No son tiempos pródigos en heroísmo, quizás nunca lo fueron y por eso hubo que inventar la épica. Pero no hay duda de que los héroes y las heroínas existen, aunque no siempre nos sea dado contemplarlos en acción. En esta ocasión, sin embargo, ha sido posible. Un vídeo recoge la airada protesta de la pequeña palestina Ahed Tamimi, de dieciséis años, frente a unos soldados israelíes, pertrechados y armados hasta los dientes. No hay en la escena más violencia que la que destila la imagen de estos soldados. Enfrente, una niña se les encara y con furia enternecedora empuja y abofetea a uno de ellos para lo que tiene que empinarse sobre la punta de los pies. La agresión, si puede llamarse así, equivale a abofetear a una estatua de mármol o a un robot de titanio. Pero hace falta mucho valor para hacerlo. El incidente ocurrió en la Cisjordania ocupada en el marco de una operación rutinaria de hostigamiento a la población palestina en la que los soldados sacaron de su casa a la muchacha y a su madre a cuenta de algún incidente menor en el que se pone en evidencia la dureza y resolución del ejército israelí frente a la población auctóctona de la única zona del mundo que está bajo ocupación militar de una potencia vecina. La presencia de estos robocops en las calles tiene con objeto introyectar en la población un miedo que, a fuer de cotidiano, sea considerado natural a la condición de los habitantes palestinos.
Ahed Tamimi ha realizado un gesto de rebeldía casi inane pero franco y directo, y ahí radica su estremecedora fuerza, capaz de recordarnos una situación de injusticia crónica que desde hace tiempo está adormecida y ausente de la agenda internacional. Por lo que ha podido verse en otros vídeos, no es la primera vez que la joven se enfrenta airada y decididamente a los soldados, de modo que no es imposible que el previsor gobierno israelí haya visto en ella un potencial peligro, no militar sino político, y haya decidido encarcelarla durante una larga temporada, siquiera sea como ejemplo disuasorio, aun a costa de exagerar los cargos penales que se le imputan. La momentánea victoria de la joven se advierte en las declaraciones de réplica de las autoridades israelíes, alegando la profesionalidad y contención de los soldados y el grotesco énfasis en la afirmación de que la joven utilizó la violencia e interfirió en la labor de los soldados, teniendo que cuenta los hechos a la vista. Pero donde mejor se advierte el carácter colonialista y el inolcultable racismo que guía la acción de las autoridades israelíes es en las palabras del titular de educación del gobierno, partidario de que la joven acabe sus días en la cárcel. No resulta fácil fungir de víctima cuando te has convertido en verdugo. Lo saben mejor que nadie los sionistas.