Uno de los instructores que impartieron a nuestra tierna infancia formación del espíritu nacional, un tal Romero, que terminaría fugándose con el dinero que le dieron los escolapios para llevar a cabo una excursión escolar por los hitos del Camino de Santiago en la provincia, dio cierto día una lección magistral. Estableció en el encerado una suerte de matriz matemática en la que estaban ordenados tres valores verticales (dios, patria, justicia) y tres horizontales (derecha, izquierda, Franco). La columna llamada derecha tenía ocupadas las casillas de dios y patria, pero no la de justicia; la columna izquierda tenía justicia pero no las otras dos, y la columna Franco, ya lo habrán adivinado, recogía las tres: dios, patria y justicia. El quit completo de los valores españoles muy españoles; la réplica perfecta a las prédicas de la revolución francesa; el abecedario de la educación para la ciudadanía de la época. En resumen, la sublime expresión de la concordia. No olviden esta última palabra porque ni la más delirante imaginación hubiera podido prever que la matriz de don Romero se fuera a reproducir en una administración pública cuarenta años después de la muerte inmortal de Franco y del consiguiente régimen democrático. Y sin embargo así ha sido.

En los enjuagues que estos días tienen lugar en la triple derecha para repartirse el botín institucional del gobierno andaluz, los voxianos han recibido la presidencia de la comisión parlamentaria de cultura (toros y caza, según su programa), que incluye los expedientes de la memoria histórica, a la vez que por acuerdo  del pepé con sus hijos pródigos se ha creado un llamado comisionado de la concordia. De la mano de una diputada, fervorosa joseantoniana, vuelve el teorema de aquel don Romero y su famosa matriz: Dios, encarnado en  las procesiones de semana santa; la patria, inmersa en un reconfortante baño de banderas rojigualdas y la justicia para los atribulados machitos y la ciudadanía en general, acosados los primeros por las ménades feministas y todos los demás por los inmigrantes. La concordia que se anuncia está dirigida a asesinar por segunda vez a las víctimas republicanas del golpe militar y las balas falangistas, que en Andalucía se estiman en más de cuarenta y cinco mil personas sepultadas en enterramientos irregulares y reducidas a la condición de huesos, según el juicio de una desacomplejada y desmelenada senadora del pepé. Ni lineal ni cíclico, el tiempo es estático y resulta muy desapacible convivir los últimos años de la vida con los fantasmas de la infancia.