Días atrás, la presidenta de la unioneuropea, la conservadora alemana frau von der Leyen, predicó la necesidad de encontrar soluciones innovadoras para la única preocupación que, al parecer, abruma a las todas sociedades occidentales: ¿qué hacer con los inmigrantes que nos invaden, devoran nuestros recursos, amenazan la convivencia y pervierten nuestra cultura? Frau von der Leyen hizo esta reflexión poniendo en valor, como se dice ahora, la iniciativa de la primera ministra italiana, signora Giorgia Meloni, fascista de convicciones, de trasladar inmigrantes a campos de concentración o como se quiera titularlos en países externos a la unión, como Albania, que aceptarían esta encomienda a cambio de un precio y con la promesa de que el país que se hace cargo del marrón será aceptado más pronto que tarde en el selecto club europeo. Cuando esto ocurra, Albania tendría que buscar otro país aún más externo, donde sea, para alojar a los migrantes heredados de Italia y que voluntariamente no quieran tirarse al mar. El primer intento de la solución albanesa de la signora Meloni ha fracasado porque choca frontalmente con la vigente legislación europea y por eso frau von der Leyen animaba a buscar soluciones innovadoras.
Oír a un alemán o alemana hablar de soluciones innovadoras para referirse a un grupo humano al que se quiere erradicar del vecindario eriza el vello porque los alemanes son los inventores de la Endlösung o solución final, que no fue efecto de un prurito momentáneo sino el resultado de un dilatada deliberación racional cuando se evidenció que el grupo humano al que se intentaba erradicar no lo quería nadie y tampoco era cosa de mantenerlo en casa a la sopa boba, como afirman los voxianos que tiene don Sánchez a los menas.
Frau von der Leyen, desde su cargo de presidenta de la comisioneuropea, va a tener que acelerar la búsqueda de soluciones innovadoras después de que el nuevo emperador de occidente, que tomará posesión en siete días, haya anunciado que deportará a un millón de inmigrantes en el primer acto de su mandato. ¿Cómo? ¿A dónde? Las reacciones ante este anuncio han sido menos de naturaleza moral que técnica o logística, como ocurrió en Alemania antes de la conferencia de Wansee. Los dueños del capital ya han empezado a hacer números sobre esta deportación masiva de mano obra, no solo por los costes objetivos de la operación sino por el lucro cesante si los puestos de trabajo que dejarán vacantes los deportados no son ocupados por los europeos de raza superior, como de hecho ocurre ahora mismo.
Pero lo cierto es que en occidente hay una curiosidad morbosa y regocijada por ver otra vez redadas en bares, talleres y campos de cultivo, familias concentradas en la plaza o en un estadio con un hatillo o una maleta, y embarcadas en trenes, no necesariamente de ganado, para ser reasentadas en algún lugar ignoto, digamos, Albania. Después de todo, para eso ha votado el buen pueblo a Trump y votará dentro de unos meses a los neonazis alemanes cuyo aliento ya siente frau von der Leyen en el cogote y cuyo programa electoral incluye el pack completo: deportación masiva de inmigrantes, a lo que llaman remigración (los alemanes en estos trances son muy innovadores con el lenguaje); servicio militar obligatorio; salida del euro y retorno al marco; prohibición del culto islámico; cierre de fronteras; creación de una organización de juventudes alemanas y salida de la otan para sustituirla por una alianza de naciones europeas bajo la férula de Alemania. ¿Les suena este programa? Los neonazis alemanes aspiran a restaurar el Reich como los conservadores y neofascistas británicos impulsaron el bréxit para restaurar el Imperio Británico. La novedad de esta circunstancia para los liberales e izquierdistas europeos es que tendrán el fascismo en casa y al otro lado del Atlántico. Están (¿estamos?) rodeados. Ya veremos cómo los reasientan en el nuevo régimen.
En una viñeta reciente del Roto, había dos siniestros personajes de la ganadería de El Roto y uno de ellos decía: «Los programas son para las elecciones. Después hay que hacer lo que toca».
Meloni, una vez acabadas las elecciones y conquistado el poder, ha consultado las estadísticas de la patronal que prevén que la economía italiana se para si no vienen 400 000 africanos a trabajar al país. Al día siguiente Meloni aprobaba el ingreso de los susodichos.
Trump sabe muy bien que las ciudades y el país entero se detienen si expulsa, como ha dicho durante la campaña electoral que lo va a hacer, a los inmigrantes. Una vez ganadas las elecciones hará también «lo que toca».
Vox, el gallego y la hemorroisa haran lo mismo….. si pasan.