Cuentan que el revolucionario francés Georges-Jacques Danton perdió la vida cuando dejó de hablar. Danton es considerado como el principal artífice del derrocamiento de la monarquía y la instauración de la república en Francia. Fue uno de los primeros y más radicales revolucionarios, fundador de la sociedad de los derechos del hombre y del ciudadano y miembro de la facción  de los jacobinos. A raíz de la derrota de sus adversarios girondinos en la primavera de 1793 se manifestó contra la instauración del terror y se enfrentó a su correligionario Maximilien Roberspierre, que aprovechó su mayoría en el comité de salud pública para condenarlo a muerte. Antes de que su cabeza cayera en la guillotina tuvo ocasión de dirigir un discurso de autodefensa a la asamblea, que, según los usos parlamentarios de la época, duró sin término y mantuvo embelesados a sus oyentes hasta que el acusado se quedó sin voz, aquejado de insuperable afonía, y se ejecutó la sentencia.

El espectador piensa en Danton y su (mala) suerte mientras asiste al duelo Alsina-Ayuso emitido por una emisora nacional. No hay cuidado de que la presidenta de la comunidad de Madrid se quede sin habla. El radiofonista don Alsina recibe a su invitada a porta gayola con una pregunta sobre el presunto delito fiscal de su pareja. Doña Ayuso parece desconcertada durante unos segundos, pero está buscando la forma de retomar la iniciativa y, en efecto, tras unos pocos intentos inconvincentes y fallidos del periodista para recuperar el hilo de la conversación, la presidenta toma el mando y traza un impetuoso discurso que elude la pregunta mientras describe un paisaje en el que ella es la víctima de una conspiración urdida y mantenida por ¡adivínenlo! don Sánchez y sus proliferantes secuaces. En el fango de esta torrentera verbal se pueden encontrar algunas piezas valiosas, que la oradora no olvida nunca poner de relieve aunque parezca que se ha vuelto loca. Por ejemplo, que no se excluye como futura presidenta del gobierno español. Veinticinco minutos después, el entrevistador mudo recupera el uso de la palabra para excusarse de que ha pasado el tiempo de la entrevista, es decir, el monólogo, y hay que darla por terminada, no sin antes sugerir cortésmente a la entrevistada que con gusto volverá a recibirla en otra ocasión, presumiblemente para repetir la faena.

No se sabe por qué pero algunos comentaristas de la facción progre han visto en esta entrevista que doña Ayuso ha sido desenmascarada, fulminada, destruida, etcétera, por el entrevistador. Una vez más, es un espejismo. La entrevista ha tenido lugar en una emisora que nutre principalmente a votantes de la presidenta que se han visto ratificados al comprobar cómo esta convierte su defensa en un ataque a aquello que detestan y lo hace con tópicos consabidos, inteligibles y emocionalmente satisfactorios, aunque sean falsos, mientras el entrevistador permanecía ausente y daba cancha libre a la entrevistada.

Como Danton, aunque en condiciones infinitamente más favorables, doña Ayuso ha utilizado el poder performativo de la palabra, que para ser eficiente ha de achicar hasta reducirlo a cero el campo de respuesta del adversario. Entre los inspiradores más modernos que el revolucionario francés, doña Ayuso ha seguido las tres recomendaciones que dio el abogado Roy Cohn a míster Trump cuando era su asesor legal: 1) nunca te rindas, 2) contraataca, y 3) nunca reconozcas la derrota y pase lo que pase di que has ganado. O, como aconsejó el también agitador trumpista Steve Bannon: inunda el patio [de la conversación pública] de mierda.

El género periodístico de la entrevista aplicado a la política es un camino estéril para conocer al entrevistado, lo que piensa, lo que hace o lo que se propone hacer. Rara vez el entrevistador es lo bastante astuto o incisivo para forzar la pose del entrevistado y menos para extraerle información de interés público. Si buscamos al  político, la única vía posible de conocimiento son sus actos.

El documental 7291, dirigido y guionizado por Juanjo Castro, es un relato preciso y metódico de las circunstancias en que murió este número de personas mayores en las residencias geriátricas madrileñas durante la pandemia de covid por la negativa del gobierno regional a trasladarlos a hospitales. La sucesión de testimonios personales y documentales describe una situación aterradora, emanada de decisiones políticas adoptadas con toda deliberación y ejecutadas por procedimientos administrativos de obligado cumplimiento. El documental desvela un patrón de comportamiento que no puede calificarse sino de eugenésico porque condena a muerte a las personas más débiles de la sociedad. Doña Ayuso rechazó participar en el documental con su opinión, pero no pudo dejar de hablar: había muertos por todas partes y no se salvaban en ningún sitio, dijo airadamente, a su estilo, en sede parlamentaria. Eso la identifica mejor que las milongas que cuenta sobre las andanzas fiscales de su pareja.