Habrá elecciones en otoño con la esperanza de se parezcan lo más posible a un plebiscito a favor de don Sánchez, convencido de su misión providencial. Es como si a Moisés, después de ser rescatado de las aguas del Nilo plagadas de cocodrilos y de haber hablado con dios en varias ocasiones, le hubieran obligado a ponerse de acuerdo con las diversas facciones del pueblo judío sobre la hoja de ruta a la tierra prometida. El pueblo no sabe lo que quiere y vota a lo loco, como comprobó el mencionado Moisés -que había vencido al faraón egipcio como Sánchez venció a la faraona andaluza- cuando subió al Sinaí a recibir instrucciones y a su vuelta se encontró todo manga por hombro con el becerro aquel. Sánchez, apenas elegido, también subió al Elíseo y a la vuelta se encontró con que tenía que pasar la pejiguera de la investidura. ¿Dónde se ha visto que un ungido tenga que pasar por ese trance humillante? Si las reglas no están claras no llegaremos a ninguna parte. Vamos a ver: yo soy Moisés y vosotros sois el pueblo. Yo os llevo a la felicidad y vosotros venís detrás sin hacer preguntas ni remolonear. A ver si después de dos meses de travesía del desierto en pleno verano el pueblo sabe lo que le conviene.

De momento, a algún asesor se le ha ocurrido que sería bueno que Moisés Sánchez se dirija directamente al pueblo en una serie de reuniones con colectivos de la sociedad civil (atención a la jerga), ecologistas, agentes sociales, etcétera, a fin de crear un espacio para alcanzar un gobierno progresista. La idea es tan idiota que igual funciona. Un típico maquiavelismo de asesor de imagen:

-Mira, presidente, Iglesias y los podemitas dicen que representan a la gente, pues nosotros vamos y les quitamos la gente y ya no representan a nadie. Nosotros hacemos lo que la gente quiere porque le decimos lo que tiene que querer.

– ¿La gente está en la sociedad civil?

-Es una manera de hablar. La sociedad civil no existe. ¿Tú la has visto, presidente? Reunimos unos amigos de aquí y de allá. Malo sea que no encontremos un puñado de ecologistas, feministas, etcétera, en nuestro propio partido o por los alrededores. Gente de buen rollo para salir en la tele. Cada reunión, un telediario.

-Pero no vamos a redactar un programa de gobierno con un puñado de amiguetes traídos de cualquier parte.

-No se trata del programa sino de crear un espacio para un gobierno progresista. A la gente le gusta mucho estar en un espacio acogedor, le da miedo el vacío y ten en cuenta que nos espera la travesía del desierto.

-¿Qué desierto?

-Hombre, no esperarás que con todo el parlamento en contra vayamos a tener una legislatura cómoda. En el mejor de los casos va a ser como ir sentados en la joroba de un camello, pero tú tienes el Falcon.

-Ah. ¿Y con eso de la sociedad civil ya podemos ir a las elecciones?

-Bueno, algo más se nos ocurrirá. Octubre está muy lejos. Y está la ayuda de Tezanos que es nuestro proveedor de maná para la travesía.

-Eres un genio.

-Y tú un líder inmarcesible. Lástima que te llames solo Sánchez y no Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos.

-Eso se puede arreglar si conseguimos gobernar sin esos pesados podemitas, que van de plebe y tienen chalet en Galapagar. ¿Fuiste tú el que los bautizó como nuestro socio preferente? No me contestes. Ahora vamos a echarle un vistazo a esa sociedad civil que dices que tienes ahí esperando.