Dos pelis para una jornada de reflexión (1)
Ferdinand von Schirach es un acreditado abogado penalista alemán e hipnótico autor de relatos de crimen y castigo, disponibles en castellano, tanto en papel como en series de televisión. El eje de estos relatos es el desequilibrio entre el anhelo espontáneo por la justicia y su aplicación procesal en una sociedad garantista regida por el estado de derecho. El resultado es que en muchos casos el culpable es exonerado en los tribunales. Una pequeña insuficiencia probatoria, un fallo procesal, la actitud irregular de un agente de la justicia, pueden invalidar el procedimiento, el acusado queda libre y la víctima, aplastada. La tarea de los abogados defensores no es tanto probar la inocencia de su cliente cuanto invalidar el procedimiento que le encausa. No hay ninguna duda de la posición del autor de estos relatos a favor del derecho pero también es testigo de la carga de injusticia que arrastra su aplicación y que él está obligado a utilizar a favor de su cliente. Los abogados de los relatos de Von Schirach son tipos moralmente heridos, sumidos en una suerte de autodestrucción que se manifiesta en una vida personal descuidada e insana, cuando no directamente frustrada en el momento mismo de empezar su carrera profesional; a pesar de lo cual, cumplen con su trabajo.
Es lo que ocurre en el último episodio de la serie Castigo, en el que una joven y brillante abogada es contratada por un gran bufete que le encarga, como primer trabajo, la defensa de un proxeneta acusado del intento de homicidio de una mujer a la que prostituía. El bufete ha aceptado este turbio y poco apetecible encargo porque el acusado es hijo de un antiguo cliente del titular del bufete, uno de esos abogados orondos y arrolladores que identificamos con la imagen del éxito profesional y social. La acusación se basa en el testimonio de la víctima, que ha conseguido escapar del proxeneta después de que este le vaciara un ojo de una cuchillada. La muchacha se niega a declarar en presencia del acusado, su victimario, y del público; la juez acepta la objeción y ordena despejar la sala. El relato de los hechos, pausado y preciso, es el de una mujer joven, secuestrada, engañada, torturada y sometida a toda clase de sevicias a las que su captor llama subotnik, un término de la jerga soviética que designaba el trabajo no retribuido fuera de la jornada laboral. La joven abogada se siente consternada por el aterrador relato de la víctima y sin recursos para la defensa. Su jefe le conmina a que se deje de sentimentalismos y busque una falla procesal para la apelación. La abogada la encuentra: el tribunal ha dejado indefenso al acusado al obligarle a abandonar la sala durante el testimonio de la víctima, impidiéndole conocer los hechos exactos en que se basa la acusación. El recurso funciona; el juicio queda invalidado; el proxeneta sale libre y la joven abogada es recibida con brindis y aplausos por sus compañeros de bufete. Entretanto, la víctima regresa a su país, Rumanía; el autobús en el que viaja se detiene en un área de descanso donde la espera un sicario del proxeneta, que la mata.
El espectador no puede evitar que le venga a mientes la ley del solo sí es sí, promulgada para proteger la libertad de las mujeres y su derecho a la justicia con mayor eficacia que la que encuentra la víctima creada por el novelista alemán, el cual, sin embargo, bien podría haber escrito el desenlace de la ley española: cientos de reducciones de penas y decenas de excarcelaciones a agresores sexuales en aplicación de las garantías del estado de derecho por un fallo técnico en la tipificación punitiva que nadie ha explicado y por el que los autores o autoras de la ley no han asumido responsabilidad alguna. Las hienas han explotado a placer esta circunstancia. Este domingo también votaremos contra las agresiones sexuales y por la libertad de las mujeres, y lo haremos con la incierta conciencia de los lectores de los relatos de Von Schirach.
Mañana, El momento en que se apagó el arcoíris, segunda y última entrega de Dos pelis para una jornada de reflexión.