En el bochinche político organizado por la compra de armas a Israel se advierte un par de rasgos muy intrigantes. El primero, que el objeto del contrato sean balas de fusil por parte de un país, España, que tiene, o dice tener, una robusta industria armamentística. Es el tipo de munición básica con que se arma cualquier ejército, equivalente a las mascarillas en una crisis sanitaria, y da noticia de la indigencia de la industria española y europea para proveer a su defensa, igual que estuvo inerme ante la pandemia. Y ya que citamos la bicha, podemos sospechar que detrás de estas compras bélicas hay suculentas comisiones, como las hubo con las mascarillas, toda vez que el contrato se celebra en un clima de alarma prebélica como el que estamos ahora. Estas balas formarían parte del kit de emergencia pregonado por la comisión europea, junto a la navajita suiza, la linterna de pilas y la botella de agua mineral.
El segundo rasgo intrigante de la transacción es el número de balas adquiridas: quince millones, que en manos de tiradores expertos y provistos de fusiles que no se encasquillen podrían liquidar a la mitad de la población española, por poner un ejemplo, en quince días de actividad bélica. Se ha argüido que la guardia civil, la institución receptora del pedido, necesita armarse para la lucha contra el narcotráfico cuyos efectivos están cada vez mejor armados, pero a menos que planeen acabar con esta lacra disparando a todo lo que mueva, no se ve la utilidad de tantos proyectiles, que podrían aprovisionar a un ejército de ocupación en las zonas de tráfico: rías gallegas, el estrecho de Gibraltar, etcétera. Este escenario coincidiría con la insistencia de don Sánchez en que el rearme que le exigen sus patrones de Washington y Bruselas es para reforzar la seguridad de Europa y no tanto para enfrentarse a un país enemigo, que España no tiene. ¡Glups! Ya veremos.
El embrollo de la operación ha saltado porque el proveedor del amunicionamiento es Israel, que ahora mismo está dedicado a la liquidación, si es posible definitiva, del pueblo palestino. Pero lo cierto es que un país que nació en guerra y lleva en este negocio desde 1948 es de toda garantía en cuanto a la calidad de sus suministros bélicos y, si bien resulta factible cancelar un contrato de balas de fusil, lo es menos si se trata de alta tecnología de aplicación militar que solo Israel puede suministrar, y estos contratos no han sido cancelados.
Deberemos acostumbrarnos a este trasiego comercial de armas porque estamos en el preludio de un enfrentamiento que puede derivar en la tercera guerra mundial. Por lo que nos enseña la historia, estos choques masivos empiezan en un conflicto local alrededor del cual se suman intereses y fuerzas que terminan formado los dos bloques enfrentados. Gaza podría ser la mecha en este caso. No de otra forma se explica la atroz indiferencia con que los gobiernos estadounidense y europeos asisten a la masacre, como si, para evitar equívocos, esperásemos a ver quién tiene razón, si los palestinos intentado sobrevivir a las bombas israelíes o los israelíes intentando aniquilar a los palestinos. Es significativa la pugna entre don Sánchez y don Netanyahu sobre quién está en el lado bueno de la historia. El español se atribuyó esta posición cuando su gobierno reconoció al estado palestino, y ahora el israelí le acusa de estar en el lado erróneo por la cancelación del contrato de las balas. En esta esgrima hay una confusión entre decencia y realismo. En la guerra la decencia no sirve para ganarla, y de hecho lleva a titubeos sobre si tienes o no que comprar balas y a quién.
Israel aspira a ser una vanguardia de la recomposición del bloque occidental y, por decirlo de alguna manera, ser socio numerario del club: tiene voluntad y recursos, y cuenta con el apoyo incondicional de Washington y la confusión de Bruselas y su desconcertado rearme. Y tiene una pequeña parte del camino hecha: ya es socio de Eurovisión, ¿qué le impediría ingresar en la otan o en la unioneuropea si puede fabricar más balas que todos los países europeos juntos? Los fundadores de Israel eran europeos y su comportamiento en la tierra que conquistaron siguió el patrón colonizador aprendido en Europa: apelación a un destino manifiesto y mano dura con los indígenas. ¿Qué impide a Jerusalén ser la capital más oriental de Europa como en el tiempo de las cruzadas? Atención al nombre pontifical que adopte el nuevo papa. Si es Alejandro (IX), Urbano (IX), Gregorio (XVII) o Inocencio (XIV), don Sánchez puede empezar a pensar que está en el lado equivocado de la historia.