Los negacionistas quieren habitar en la oscuridad, un lugar cálido como el claustro materno, donde reina la inocencia, la esperanza y la irresponsabilidad. El negacionismo es propio de mentes menguadas, y para que adquiera rango de fuerza política, como está ocurriendo, es necesario que sea promovido y estimulado por intereses muy potentes.
Distopías y presagios
El nihilismo de Houellebecq no es inédito en la literatura reciente; al contrario, en su ámbito lingüístico tiene un precedente de insuperable calidad en Louis-Ferdinand Céline y, por lo que llevamos visto históricamente, es una dolencia que desemboca en el fascismo, un régimen que, al parecer, tiene virtudes balsámicas para aplacar la ansiedad de los nihilistas. ¿Cómo funciona este proceso de desarraigo y negación que nos conduce al fascismo?
El ocaso de los machotes
Durante estos meses, Trump ha expelido todas las ocurrencias derogatorias sobre el covid19 que le han pasado por el magín, a menudo embistiendo a sus propios asesores y a los periodistas que le interrogaban, y se ha exhibido como si fuera invulnerable. Bien, pues no lo es.
La invasión de los bárbaros
Lo que distingue a Biden de Trump es que el primero participa en la carrera con el freno de mano echado. Se puede suponer que si las sociedades disfrutaran de un momento de sosiego, Biden y los que son como él ganarían las elecciones, pero los conflictos se suceden sin tregua y la cancha es de los matones.
Provisiones para el búnker
Una fina lluvia de estupor e indignación cae sobre la cabeza de la humanidad televidente que asiste al espectáculo del presidente Trump acaparando todas las reservas mundiales de medicamentos contra la peste, como un niño resentido y mal criado que se lleva el balón que le ha comprado su padre para impedir que jueguen los demás compañeros de colegio.