Los partidos que se disputan la sombrilla real para protegerse ellos mismos de las inclemencias veraniegas son los así llamados constitucionalistas. Y es que hay confianza. A ninguno de los otros partidos del arco parlamentario -separatistas, populistas, republicanos, etcétera- se les ocurriría enredar con un artefacto que básicamente quieren abolir.
En la taza del váter
Cualquiera puede perpetrar una pifia en los últimos días de julio, por ejemplo, cortocircuitar el sistema que tiene en funcionamiento del tinglado y, en su desconcierto, oír a quienes han de repararlo: déjalo para después vacaciones. Hasta septiembre, el mes de los malos estudiantes.
Operación ‘Reencuentro’
‘Pepé’ y ‘pesoe’ son dos fincas contiguas cuyos propietarios discuten a veces por cuestiones de lindes y otras minucias de vecinos pero que ahora tienen el objetivo común de librarse de los okupas que les han arrebatado parte del terreno y les están saqueando la fruta. Populistas, indepes, regionalistas de todo pelaje, hala, a los márgenes del predio constitucional de donde nunca debieron salir.
Una guerra antigua
Es como si un aficionado a la historia antigua se encontrara en el patio de su casa a dos vecinos que pelean a garrotazos creyendo ser Aquiles y Héctor. Y ahí estaban, zurrándose de lo lindo don Sánchez y don Iglesias, en medio del parlamento convertido en el teatro de un festival de verano. Ambos ataviados con el raido atrezo del pasado pero intacto el odio que alimentó la relación de las dos corrientes de la izquierda desde los albores del movimiento obrero.
El jardín de las delicias
Cada uno de ellos odia al otro con una intensidad fraternal que no tiene parangón respecto a otras fuerzas del mapa político, hasta el punto de que el primero no ha dudado en exhibir su desdén por el segundo y a este le ha faltado tiempo para airear las miserias del primero. ¿Esperan que alguien olvide y les perdone el espectáculo? Lo cierto es que ni la utopía de fibra óptica de don Pedro ni el voluntarismo leninista de don Pablo tienen votos suficientes, ni juntos ni por separado, para formar un gobierno estable.