Los negacionistas quieren habitar en la oscuridad, un lugar cálido como el claustro materno, donde reina la inocencia, la esperanza y la irresponsabilidad. El negacionismo es propio de mentes menguadas, y para que adquiera rango de fuerza política, como está ocurriendo, es necesario que sea promovido y estimulado por intereses muy potentes.
Distopías y presagios
El nihilismo de Houellebecq no es inédito en la literatura reciente; al contrario, en su ámbito lingüístico tiene un precedente de insuperable calidad en Louis-Ferdinand Céline y, por lo que llevamos visto históricamente, es una dolencia que desemboca en el fascismo, un régimen que, al parecer, tiene virtudes balsámicas para aplacar la ansiedad de los nihilistas. ¿Cómo funciona este proceso de desarraigo y negación que nos conduce al fascismo?
En este tiempo
Este sistema se vino abajo en la crisis financiera de 2008, que puso de relieve no solo las desigualdades sociales y nacionales creadas por la globalización sino un generalizado estado de desesperanza que incluye la erosión de la democracia y del que no hemos salido. Y en estas llegó el ‘covid19’, que elevó el grado de malestar planetario del escalón económico al ecológico. El riesgo ya no es la pobreza, es la muerte.
Estado de sitio
Hoy parece que ha tenido lugar la última, o quizá penúltima, escaramuza de la batalla de Madrid. La resolución del gobierno central entra en vigor en unas pocas horas, y los ‘ayusídas’ lo han anunciado pidiendo a la población que recuerde quién es el responsable de las molestias (sic) que sufrirá en los días que vienen: el catalán socialista.
La chiflada y el césar
La pantomima encubría la rendición de Madrid en una versión hortera de la ‘Rendición de Breda’. Las picas en alto, los modales muy finos, pero rendición al fin. Doña Ayuso reconoce que no puede con la misión que tiene encomendada y entrega a don Sánchez las llaves del marrón que le ha caído encima.