Doña Ayuso es una dama intrépida y disparatada, a la que espera un largo futuro en esta sección de la industria del entretenimiento que es la política. Ahora ha comparecido en el febril horno arábigo, suelta la melena y los antebrazos desnudos, en los actos de la final de la supercopa de fútbol español que se celebra en el país árabe.
En tierra de infieles
Doña Ayuso, la intrépida neopresidenta del paraíso fiscal de Madrid, ha hecho un viaje de misiones en tierra de infieles para adoctrinar al empresariado catalán, que es como decir el empresariado español por antonomasia. Los catalanes creen que Madrid es una cueva de ladrones, ¿no tenían en el pepé a nadie más apropiado que doña Ayuso para dar lecciones de liberalismo y mercado abierto?
El badajo
El principio federalizante implícito en el estado de las autonomías no corrigió el supremacismo madrileño. Los constituyentes se negaron a imaginar un país en el que Madrid se viera despojado de su poder económico y cultural, además de administrativo, en igualdad con otras capitales y regiones.
Presuntos delincuentes
La presunción de delincuencia, por el contrario, es una noción apriorística que depende de la confianza que se desprende del comportamiento del individuo. Esta mañana se ha investido presidenta de la región de Madrid a una presunta delincuente, último vástago de un entorno político donde la corrupción ha sido sistémica.
Silvio
Berlusconi nunca ocultó que estaba en política para engrosar sus negocios y que el engorde de estos le otorgaba mayor poder político en una simbiosis irresistible. El lujo, la omnipotencia del dinero y el escaparate de muchachas oferentes a los apetitos de los poderosos, todo bajo la protección del estado, ofrecían un cuadro a la vez asombroso e intimidante. Si le votan es porque quieren ser como él, era la explicación más frecuente en la época.