Doña Ayuso hizo una campaña electoral sembrada de bufonadas, destinada al parecer a no perder la comba de los telediarios y de las redes sociales. Es una chica simpática de fiesta de colegio mayor con la intrepidez de un guerrero ninja, que parece haber aprendido el manual heredado de sus antecesoras en el cargo, ambas empapeladas por corrupción.
Especies peligrosas
En el pepé madrileño la corruptela equivale a un rito de paso; no te admiten en el biotopo si no has demostrado capacidad para trincar de la caja del común. Como en cualquier especie viva en cualquier estadio de la evolución, tanto haces, tanto vales y, si aspiras a la dirección del grupo, has de demostrar autoridad y competencia en aquello a lo que el grupo se dedica.
Disfraces
Las elecciones como baile de disfraces que apela a las emociones de los electores, los cuales deben, a) identificar sin error el disfraz de quien se contorsiona ante él; b) saber que bajo la máscara hay un tipo con sus intereses y conveniencias, que a menudo poco tienen que ver con el disfraz que pregona, y c) que la percepción del espectador cambia a cada lance del baile. Es un ejercicio extenuante que terminará, con suerte, el próximo domingo.
Cuidado con la tonta
Las bobitas tienen un arma secreta que las hace irresistibles: generan una simpatía condescendiente en sus seguidores y desarman la desconfianza de sus adversarios. Doña Ayuso no ganará, probablemente, estas elecciones, pero no será por la sarta de sandeces que ha proferido desde que se presentó en público.