Ahora que el tiempo ha ganado todos los envites, el ocurrente insiste en arrojar piedritas al estanque y en seguir porfiando con inocuos cubileteos de palabras.
Homenaje a Miguel Urabayen
Esta mañana estaba sentado en un velador y encorvado mientras hojeaba una revista literaria en un gesto que sin duda se debía más al hábito que al interés, pero así es como le he encontrado las más de las veces desde que nos conocemos.