La renovación de la clase política ha tenido un efecto perverso e inesperado y ha elevado a lo alto de la cucaña a cinco tipos criados en el bienestar y los videojuegos, narcisistas, eufóricos y absortos. Ninguno de los cinco jefes de filas del arco parlamentario han administrado nunca un presupuesto público ni han gobernado a ningún colectivo cívico, ya sea una comunidad de vecinos o un club deportivo de barrio
El arribista y el césar
El césar es el guardián (en funciones) del poder establecido y quiere destruirlo con la misma determinación con que el arribista quiere ocupar el sillón del césar. Esta es la tragedia shakespeariana, en versión de teatrillo para escolares de primaria, que tiene como rehenes a once millones doscientos mil votantes de izquierda.
Una oferta que no podrá rechazar
Y ahí están don Sánchez y don Iglesias, dos seres mitológicos, envuelto cada uno en su propio relato, como se dice ahora, devorando la paciencia de sus votantes y practicando una tomadura de pelo que dejará efectos duraderos y una memoria imborrable.
Encantados de haberse conocido
El interés de esta pieza es histórico, no por lo que se cuenta en ella sino por lo que representa. Ahí tenemos una viñeta de la construcción de la nueva élite que gobernará a nuestros hijos. Los dos contertulios han llegado a la cúspide del poder político y ambos se comportan como cómplices y competidores al mismo tiempo.
La sociedad civil
Habrá elecciones en otoño con la esperanza de se parezcan lo más posible a un plebiscito a favor de don Sánchez, convencido de su misión providencial. Es como si a Moisés, después de ser rescatado de las aguas del Nilo plagadas de cocodrilos y de haber hablado con dios en varias ocasiones, le hubieran obligado a ponerse de acuerdo con las diversas facciones del pueblo judío sobre la hoja de ruta a la tierra prometida.