El discurso de Casado ha sido excepcionalmente brillante, en una asamblea que no destaca por la calidad de sus oradores, y muy probablemente va a cambiar el tono de la legislatura. Casado se ha reinventado a sí mismo, ahora tiene que reinventar el partido y su estrategia, librándola de las adherencias voxianas en las que él mismo se ha visto contaminado en numerosas ocasiones.
La voz de ‘vox’
Vox ha confundido un trámite parlamentario con un golpe de estado y en vez de buscar apoyos en la cámara ha amenazado a la mitad de los diputados con ilegalizar sus partidos y a algunos en especial con llevarlos esposados ante el juez junto a los menores inmigrantes a los que se la tiene jurada.
Abolir la historia
La derecha trumpiana tiene en este mundo dos objetivos: ganar dinero y detener la historia, y, si lo segundo no fuera posible, reventarla, frenarla, diluirla en el caos por último. Don Abascal no quiere devolver al pedestal la estatua ecuestre de Franco sino ocupar él mismo el plinto vacío para lo que practica equitación y ya se ha retratado de esta guisa en vídeo.
Dinosaurios
Las fundaciones y los ‘think tanks’ constituyen la prueba empírica de que en la política actual la acción (el partido) y la reflexión (las ideas) viajan en departamentos separados. El ‘intelectual orgánico’ de Gramsci ha externalizado la producción ideológica. Pero volvamos a los dinosaurios, esos seres fantásticos e inextinguibles.
El método paranoico-crítico
La tele pública ofreció al líder voxiano el formato estándar de la casa, exquisitamente neutral, en el que las preguntas eran solo pies de texto para que el entrevistado desplegara sobre ellas su discurso. Don Abascal, un personaje ignaro e inseguro, había preparado a su público para una mala actuación mediante un previo discurso victimista sobre las condiciones materiales de su presencia en el plató, pero el gimoteo fue innecesario porque el resultado de la prueba telegénica fue bueno para sus intereses.