Mientras triscaba la tostada mojada en café con leche, el viejo supo que Bruselas le pedía –a él y a cuatrocientos cincuenta millones de personas más- que hicieran acopio de suministros de agua, medicamentos, baterías, alimentos no perecederos y los peluches de los niños para subsistir setenta y dos horas en caso de ataque del exterior, que al parecer se prevé inminente.
Europa me quiere rearmar, y yo le sigo, le sigo la corriente…
De golpe, las sociedades europeas han perdido certezas y asideros con los que han vivido, y bastante bien, durante los últimos ochenta años después de sobrevivir de milagro a un último intento de suicidio colectivo.
Sueño y realidad de Europa
¿Qué ha ocurrido para que el alto inspector democrático enviado por la unioneuropea para acreditar al régimen de un reino sepultado en las montañas del Himalaya se haya convertido en un gañán que conduce su automóvil como quien lleva una cabra sobre los hombros?
Oiga ¿es ahí el enemigo?
Europa está en un ay porque se ve ninguneada en el momento crítico del cambio de rasante. Pero, ¿por qué habría de estar presente en la toma de decisiones? ¿Qué aportaría a un conflicto militar si carece de armas tanto para prolongarlo como para ponerle fin?
El retiro de Europa
Los ’27 europeos’ van a tener tarea en el retiro sobre la defensa porque, a las pejigueras consabidas, se ha sumado un dato nuevo e inesperado: ¿Qué pasa si hay que defender a punta de fusil Groenlandia?