Comentamos con Quirón la irritante, o algo peor, comparecencia del presidente del gobierno como testigo de uno de los innumerables casos de corrupción en los que está enfangado su partido, y el hilo de la charla nos lleva a la gramática. Los letrados que habían convocado a don Rajoy al estrado le preguntan por cierto viaje de vacaciones a Canarias, realizado con su familia, al parecer como premio de consolación por haber perdido las elecciones, y que según se presume fue pagado por la trama corrupta que se juzga. El testigo responde: “el viaje lo pagó mi partido, hasta donde yo sepa”. Atención al modo verbal. No dice hasta donde yo sé porque no puede hacer ninguna afirmación susceptible de ser contrastada con los hechos so pena de caer en falso testimonio, de modo que recurre al modo subjuntivo del verbo, que se utiliza para afirmaciones hipotéticas, improbables o meras formulaciones de deseo. El subjuntivo se encuadra en los llamados modos irreales, que se refieren a hechos que pueden o no ser reales, pero que se pretenden como convenientes, necesarios o probables, según reza la wikipedia. Los letrados de la causa, cerradamente vigilados por el presidente del tribunal, que oficia de peón de brega, caen en la trampa gramatical y contrapreguntan, ¿hasta dónde lo sabe? El argumento está desactivado y el testigo responde, triunfal, hasta el final. Hasta el final de qué, ¿de sus deseos?, ¿de su lógica?, ¿de su conveniencia? Por supuesto, estas últimas preguntas estaban fuera del caso y no fueron formuladas. El testigo ya ha contestado, que diría el presidente del tribunal. El modo subjuntivo es una preciosa sutileza  del lenguaje de muy difícil manejo. Los hablantes del vulgo tendemos a vivir y hablar en modo indicativo, donde hacemos convivir realidades y sueños, verdades y mentiras, con grave riesgo de que una indagación de los hechos nos pille en un renuncio. En el subjuntivo esto no es posible porque es el otro lado del espejo, donde la realidad se quiebra para dejar paso a la fantasía. El subjuntivo es un modo soñador y aristocrático, al contrario que el indicativo, que es realista y democrático. Que yo sepa, esta mañana me he levantado con dolor de muelas. He aquí una formulación que pone en solfa todo el andamiaje de la realidad, desde que haya dolor de muelas hasta que quien habla sea quien dice ser, el tipo que se ha levantado esta mañana. El preciosismo retórico de don Rajoy no consigue perforar las entendederas del común, que funcionan con una lógica de modo indicativo. Si la trama corrupta que se juzga proporcionaba fondos al pepé y el pepé pagó un viaje extraordinario a su patrón, puede decirse que fue la trama corrupta la que pagó las vacaciones, no importa que su beneficiario creyera vivir (otro subjuntivo) en el mundo de Alicia. La vista judicial no descubrió la verdad de los hechos pero tampoco restauró la credibilidad del testigo. A la pregunta del vulgo, ¿cómo es posible que siendo presidente y miembro de la ejecutiva del partido durante tres décadas no supiera nada de la corrupción reinante?, la respuesta es gramatical: porque vive en subjuntivo, un modo donde la responsabilidad de la acción que denota el verbo presidir se desvanece.