Este escribidor no había oído hablar del nuevo ministro de cultura, don Huerta, lo que revela que no ve el programa televisivo de Ana Rosa, lo que a su vez indica que está fuera de la órbita del común. Estas evidencias indican que la elección de don Sánchez para cultura, esa cartera que nadie sabe qué contiene, ha sido acertada. El nuevo ministro es una celebridad televisiva, un acreditado filósofo de tuiter y autor de un puñado de novelas románticas –a juzgar por las sinopsis de los argumentos-, que sin duda regresarán de inmediato a las mesas de novedades de los grandes almacenes, si es que ya habían sido apartadas de este lugar donde los libros permanecen el tiempo justo para detectar su aceptación entre el público.
Tuiter es otra cosa. En la selva comunicacional en la que habitamos es el rastro de deyecciones y deposiciones que deja el individuo para marcar su territorio y anunciar el sentido de su viaje. Desgraciadamente, la sociedad humana es un poco más compleja que la de los animalillos del bosque y lo que parece una expresión natural mientras se pulsa en la pantalla del dispositivo móvil se solidifica al poco tiempo y se convierte en el sumario de una ficha policial. Cualquier cosa que escribas en tuiter puede ser usada en tu contra, y no dudes que lo será. Esto es un peligro muy serio para la supervivencia política, como debiéramos haber aprendido de don Rajoy y de las estatuas de los emperadores romanos, que deben su longevidad a su silencio. Podrás ser apuñalado por tus compañeros de viaje pero nunca por tus propias sandeces.
Al parecer, el nuevo ministro de cultura ha dedicado parte de sus deposiciones tuiteras a desdeñar el independentismo catalán y el deporte, lo que indica apertura de miras. ‘Me cago en el puto independentista’ y ‘menos deporte creo que hago de todo’, son algunas de las máximas filosóficas que el neoministro ha asperjado en la red, con ese lenguaje simplón a la vez que petardero que caracteriza la comunicación digital. Lo del independentismo tiene un pase en este contexto y bien pudiera ser parte del código de señales del nuevo gobierno ante don Puigdemont y compañía. Pero lo del deporte tiene difícil arreglo. ¿Es imaginable un ministro del gobierno, ya no digamos si es de cultura y deporte, que haya alardeado de no tener ‘ni puta idea de fútbol’?, ¿es que no hemos aprendido nada de la sapiencia de don Rajoy? Es de temer que la primera declaración del nuevo ministro consista en pedir perdón si alguien se ha sentido ofendido, que es la fórmula ritual de presentación de los políticos cuando pasan de guerrilleros de la red a la poltrona. Lo hizo don Torra para lavar sus comentarios xenófobos y lo ha hecho el mismísimo don Sánchez, en su primera aparición pública, frente al portero de la roja, y este caso es más serio porque el presidente sugirió en tuiter que el futbolista estaba implicado en un delito que no había cometido. Ya estamos viendo a don Sánchez y don Huerta haciendo penitencia los domingos por la mañana, en bombachas, sudadera y zapatillas de running, como nos enseñó el inolvidable don Rajoy.