El charlatán irrumpe en el velatorio y en medio de la aflicción que envuelve a deudos, amigos y vecindario pregona muy gallardo: esto no hubiera pasado y no estaríamos aquí si hubiera laprisión permanente revisable que quieren derogar esos. Hasta en los funerales mafiosos hay una tregua entre bandas y un compartido silencio de fingido respeto mientras dura el memento de difuntos pero aquí estamos en el congreso de los diputados, que es otro nivel. De inmediato, empieza la tangana. El charlatán sonríe en su escaño, satisfecho del efecto causado. Vivimos en una circunstancia en la que es inútil argumentar que el país registra uno de los niveles de delincuencia más bajos de Europa y que basta una reflexión somera para comprender que no hay solución penal para evitar crímenes excepcionales que parecen cometidos para agitar los telediarios. La llamada prisión permanente revisable es una cadena perpetua apenas limitada por un trámite que será tan arbitrario, tendencioso y descuidado como puede ser la evaluaciónde un permiso carcelario. De acuerdo con el actual código penal, pendiente de revisión constitucional, el presunto asesino de la joven maestra hubiera sido excarcelado por este procedimiento, ya que no tenía ningún antecedente de violencia de género del mismo modo que salió de la cárcel en octubre pasado después de cumplir condena por delitos que nada tenían que ver con el que ahora se le investiga.
Pero estos argumentos, y otros más refinados que podrían aportarse, son bagatelas cuando se está a otra cosa. La demagogia vende, y vende bien, cuando se dirige a un público dolorido y desconcertado, dispuesto a acercarse lo más que se pueda a la ley del talión. El partido del charlatán se ha especializado en captar para sus filas a padres irreparablemente dañados por la pérdida de sus hijas en crímenes inesperados y horrendos. No son muchos, dos o tres, porque esta clase de delitos no menudean, por fortuna, pero se ponen al frente la procesión y ¡a ver con qué fuerza moral les dices que no tienen razón! Ahora, por ende, hay competencia. El charlatán ha de esmerarse mucho porque en las lindes de su finca están los desacomplejados voxianos, que pregonan la cadena perpetua, sin revisión ni leches, y apenas la consigan, pedirán la restauración de la pena de muerte. Pasará el griterío, un indeseable se pudrirá en la cárcel, habrá otros crímenes de telediario y el charlatán seguirá su prometedora carrera.