Doña Paloma Zorrilla es una letrada muy pinturera de esta provincia que redondea sus emolumentos ejerciendo esa forma de charlatanería digital que son las tertulias televisivas. En estas lides virtuales milita en la banco de la extrema derecha y, acorde con su papel, se afilió a vox, partido en el que ha sido expedientada, es decir, empujada a la puerta de salida, junto a su pareja, médico, también militante voxiano, porque este dirige una clínica ginecológica donde se practican abortos. A juicio de los jerarcas voxianos, la situación de la abogada y el médico causaría un escándalo que habría de perjudicar al partido. Lógico. Los argumentos de réplica de la letrada ante la medida disciplinaria tienen la extraña comicidad de un chiste contado en los sótanos de la Gestapo. La tertuliana no puede creer que la hayan expedientado por la actividad profesional de su marido porque, a) cada persona es independiente, y b) creía que vox era un partido laico y aconfesional. Exacto, estos son los principios que todo el mundo identifica con la ideología voxiana. Esta desagradable situación ha dejado a la letrada engañada y decepcionada.
El expediente disciplinario a la engañada doña Zorrilla coincide en el tiempo con el propósito del intrépido don Casado, convertido de facto en portavoz voxiano, de derogar la ley del aborto como solución para la crisis de las pensiones. El sistema de provisión de mano de obra para la economía funcionaría así: las mujeres en edad fértil, entre los catorce y los cuarenta y tantos, diríamos, permanecerían pariendo sin tregua españoles que trabajarían para pagar las pensiones de sus padres con la confianza de que cuando ellos mismos lleguen a la edad de jubilación tendrán garantizada la suya por los jóvenes que habrán parido sin descanso sus hermanas. Es una idea cojonuda, y muy liberal, propia del botarate engendrado y criado en la clínica ginecológica del doctor Aznar, porque, después de que expulsemos a esos cincuenta y pico mil inmigrantes dizque ilegales, ¿quién empuñará el pico y la pala? Ahora es cuando nos saltamos la ley de Godwin para recordar al botarate que su ocurrencia ya tuvo un precedente experimental en las granjas de bebés que pusieron en marcha los nazis para perpetuar la raza y repoblar Alemania y sus colonias, toda vez que la mano de obra proporcionada por las razas inferiores se convertía en ceniza con inesperada rapidez.
Y hasta aquí el intermedio bufo. Ahora hay que ver cómo paramos los pies a esta patulea de peligrosos cretinos.