Crónicas de la peste II
China ha descubierto al paciente uno de la peste, que es como encontrar una aguja en un pajar o resolver el dilema del huevo y la gallina. En un corral inabarcable de ponedoras han encontrado la primera gallina ¿o es el primer huevo? Hay que imitar a China, clamaba el otro día en la tele don Sebastián, socialdemócrata templado y ex ministro de don Zapatero. China ejerce una fascinación inconfesable, que en situaciones de crisis no puede ser reprimida y estalla en la boca de la gente más inopinada. Lo cierto es que el combate de China contra la peste tiene unas dimensiones épicas y una estética hipnótica. Los fragmentos audiovisuales que nos llegan del Imperio del Medio a través de la televisión nos ofrecen una laboriosidad masiva y tenaz: brigadas de guerreros enfundados en armaduras aislantes que desinfectan trenes, controlan supermercados, levantan hospitales y pastorean a una población inconmensurable y dócil con la impedimenta de campaña en perfecto estado de revista.
Si la cámara gira y enfoca al otro lado del mundo, por ejemplo, aquí mismo, encontramos un paisaje casi bucólico, de gente que ha invertido el orden de valores chino y se muestra confiada respecto al virus y desconfiada respecto a las autoridades. Nos gusta que estas nos expliquen la cosa en un tono de voz amable, tranquilizador, ligeramente elusivo, con gráficas y apelaciones a la ciencia, como si la peste fuera un tema de la ESO que no necesariamente caerá en el examen. El resultado es que aquí el virus se muestra muy musculoso y atlético pues se ha expandido en un medio en el que lo único que sobra es espacio entre las personas y donde las agregaciones de población de dimensiones masivas son pocas y, en apariencia, más fácilmente controlables que en China, sin contar nuestro idolatrado sistema de salud para el que no hay loas suficientes en el idioma.
Así que estamos en un tris de que el cacareo del gallinero, que está en sordina, se convierta en una ruidosa pelea de gallos y la peste ingrese en nuestro terreno favorito de la banalización política. Si doña Cayetana, en tiempos famosos, hizo de la indumentaria de los reyes magos motivo de gran controversia, ¿quién puede resistirse a hacer lo mismo con la peste? Ya se empieza a destilar la especie de que el gobierno va por detrás de los hechos. ¿Cómo podría en este caso ser de otro modo? Es sabido que en una epidemia el saque inicial le corresponde al virus. ¿Se imaginan la escandalera si el gobierno del taimado don Sánchez hubiera ordenado el cierre del predio de la disparatada doña Ayuso como hizo el gobierno chino con la provincia de Wuhan? Aquí las cosas las resolvemos mediante cálculos, mentirijillas y consenso, mucho consenso. Titular de hoy mismo: el gobierno implora a la ciudadanía que no salga a la calle. No somos chinos ni podemos serlo y los chinos que viven con nosotros lo saben, y están acojonados: sus hijos hace ya días que dejaron de asistir a clase.