La característica de los Borbones que más les llama la atención a los observadores españoles es su incurable y criminal falta de seriedad.
(The Origins of Modern Spain, de John B. Trend, 1934)
Debemos mucho a las revistas llamadas del corazón, que cuentan la intrahistoria del país, es decir, la realidad tal como la percibe y la siente el buen pueblo, para quien el adversario es el gobierno, que cobra impuestos y dicta ordenanzas, y no la nube de gorrones que okupa todos las semanas las páginas de la prensa rosa, cuya legitimidad reside en que se dan la vida que merecemos todos pero que solo a unos pocos privilegiados les es concedida. Estas publicaciones son los terapeutas del país. Ahora ha sido la revista Lecturas la que, sin ápice de animosidad republicana, ha perforado el blindaje de ocultación con que el gobierno y los otros poderes fácticos han envuelto el destino del rey emérito y volandero.
Según la ilustre revista ilustrada, es en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, donde se ha arrecogío don Juan Carlos en compañía de su amante desde hace cuarenta años, que los lugareños creen que es su segunda esposa, de las que ellos han conocido, se entiende. Hay razones técnicas y políticas, que la periodista autora de la noticia explica, para justificar este destino. Entre las primeras, que el rey disfruta de aire acondicionado a temperatura fija de veintidós grados en medio del aplastante verano arábigo, y que el país goza de un excelente sistema médico en el que se podrá someter a la enésima operación quirúrgica de su maltratado corpachón campechano. Para reforzar este segundo argumento, la autora del reportaje destaca que Abu Dabi tiene el mejor hospital de animales del mundo y también es puntero en cirugía estética. Ah, bueno, sabiendo eso nos quedamos más tranquilos
En cuanto a la razón política, aclara la periodista, solo un rey puede salvar a otro rey, dándole el refugio y protección que necesita. Los jeques de por allá son reyezuelos absolutos y tanto acogen a un ex jefe de estado en apuros (Idi Amin murió en uno de esos hospitales con quirófanos punteros y excelente aire acondicionado, aunque no sabemos si era una clínica veterinaria), como descuartizan a un opositor en sede diplomática sin que se oiga ni un murmullo de protesta en el mundo. No hay duda de que se trata de un lugar incomparable para disfrutar de privacidad, discreción y tranquilidad que en estos momentos necesita nuestro viejo rey.
Queda en el aire la pregunta sobre el origen de la insólita familiaridad de un rey europeo con estos jeques beduinos, que sin duda algo debieron ver en él para llamarle primo o hermano y colmarle de obsequios deslumbrantemente lujosos. ¿Quizá vieron en él al familiar pobre que tenía sin embargo sus mismos gustos por las mujeres y los relojes de oro y su propensión a creer que ser soberano es hacer lo que te salga de la punta?, ¿vieron en sus pupilas el reflejo de las fuentes de la llorada Alhambra? He aquí una sugerencia para los escolares que participan en el concurso anual ¿Qué es un rey para ti?
La historia que publica Lecturas deja algunos hilos sueltos, lo que es menos un fallo profesional que un rasgo de estilo en este tipo de reportajes, dedicados más a excitar la imaginación de los lectores que a informar de los hechos porque el zumbido del chismorreo es consustancial al consumo de estos papeles. Uno de estos hilos perdidos alude al número de maletas que lleva el emérito consigo; se dice que un par, que es lo que decimos todos cuando queremos minimizar la importancia de un viaje, que quizá sea sin retorno. La elusiva cifra se aporta como prueba de que el emérito (vaya palabreja irritante) volverá cuando sea necesario, como si la plebe no supiera que en aquellos reinos arenosos, además de hospitales de primera, tienen centros comerciales de cágate lorito, donde se puede comprar de todo, para no hablar de la abundancia y disposición de los cajeros automáticos.
El otro hilo del que no se sabe dónde acaba es la amante, que según el reportaje acompaña a don Juan Carlos y de la que no se da el nombre y solo se reconoce su antigüedad en la nómina. Bien, aceptemos que el nombre de la dama es un asunto privado que no nos concierne pero su puesto en el escalafón indica que el harén borbónico funciona como una empresa española estándar: en el consejo de administración se sienta la esposa designada por la familia y para el día a día hay amantes de confianza y larga data, que en el sistema laboral español serían equivalentes a trabajadores fijos, y otras eventuales, que no siempre cumplen con las exigencias de fidelidad y confidencialidad de la empresa, como Corinna zu Nosecuántos.
Pero donde el reportaje de Lecturas nos acerca al abismo es en un suelto que glosa las circunstancias en las que el rey volátil se despidió de su hijo con la ya célebre nota que la periodista llama impactante comunicado, cuyo texto se habría estado redactando durante meses y para lo que fue consultado un improvisado consejo asesor de don Juan Carlos formado por empresarios, responsables de medios de comunicación, ex políticos e incluso un sacerdote. La corte de los milagros al completo.
La pregunta sería, ¿qué institución política, civil, religiosa o meramente recreativa de este país no se ha visto afrentada y ridiculizada por la incurable y criminal falta de seriedad de don Juan Carlos de Borbón?
Nota bene: La cita que encabeza esta entrada está tomada de una entrevista al hispanista irlandés Ian Gibson. El libro de John B. Trend nunca fue traducido al español.