Al buzón de correo del jubilado –ya sea el cajetín con su nombre en el portal de casa o el espacio virtual del ordenador que administra un ente llamado outlook– solo llegan notificaciones comerciales, facturas, publicidad del supermercado, propaganda política, manuales de instrucciones para chismes que no usa, avisos y multas del ayuntamiento, en fin, que el viejo ha perdido su cualidad ontológica de individuo, fragmentada en diversas condiciones, todas pasivas, como consumidor, votante,  usuario, cotizante, contribuyente, etc. En resumen, su bolsillo tiene más valor para la comunidad que su alma.

Esta mañana le ha llegado una carta comercial en un rutilante sobre verde primavera. La mercantil que la envía tiene un típico nombre de esos que parecen inventados por un latinista o por un poeta que ha decidido sacar pasta de sus habilidades lingüísticas en el mercado libre. El contenido es un aviso para que el jubilado lleve su coche a la inspección técnica de vehículos, la conocida iteuve. El remitente sabe, y le recuerda al destinatario, la fecha límite para esta operación. Lo insólito es que la carta está escrita en catalán, benvolgut client, es decir, también lo está en castellano, pero como segunda lengua, en la parte inferior de la hoja. Si el jubilado fuera un patriota español, español, español, le habría dado una apoplejía, pero por fortuna está jubilado de todo, también del patriotismo, así que la carta le ha provocado curiosidad. El anverso está ocupado por una jabonosa oferta de servicios y en el reverso se puede leer una detallada relación de estaciones donde acudir para revisar el vehículo, todas ubicadas en Cataluña. ¿Pensarán los promotores de esta publicidad que el usuario va a atravesar la cordillera pirenaica de oeste a este para la revisión de su vehículo? Y aún subrayan: estem a prop teu.

Dejada la cometa volar al vaivén de la imaginación, el mensaje sugiere otras preguntas, ¿es esta carta una contradictoria muestra del estado mental dominante en Cataluña en el cual conviven globalización y aldea, internacionalización de la economía y repliegue en el propio territorio? Si quieren extender sus productos y servicios tendrán que venir a donde buscan el negocio, en la venerable tradición de los viajantes de antaño. ¿O es que en su ensimismamiento creen que fuera de Cataluña no hay estaciones de iteuve? Pero aún hay algo más, ¿no es la adjudicación ful de la iteuve a ciertas empresas el negociete por el que metieron al trullo a un vástago  de los Pujol Ferrusola? ¿Y no ha llamado el juez a toda la familia –el padre de la patria y sus siete hijos- para sentarla en el banquillo por el lote completo de la corrupción?

El jubilado siente que tiene en la mano un documento histórico, un espejo cóncavo de un tiempo que ha dejado al país, en efecto, para la iteuve, y del que no sabemos cómo rodará en el futuro. Ninguna otra carta comercial había excitado tanto al vejete desde que intentó descifrar el recibo de la luz.