Llama la atención la rapidez reactiva con que el pesoe ha desechado la posibilidad de facilitar la gobernación a don Mañueco, ganador de las elecciones en CastillayLeón. El que ha lanzado la sonda de esta posibilidad ha sido el alcalde socialista de Valladolid, don Puente, al que es difícil etiquetar en el ala derecha del partido y al que le ha caído la del pulpo. El argumento socialista para el rechazo es un tópico cuya eficacia habría que revisar: el candidato está manchado por la corrupción. Toma, claro, como todo el pepé, que hizo de las corruptelas el modus operandi de la política y que en esa región lleva al mando treinta y cinco años, casi tantos como los que estuvo el pesoe en el gobierno andaluz, con el resultado sabido. Pero habría que preguntarse por la fuerza de este argumento. En primer lugar, está comprobado que la corrupción no desincentiva al electorado, y menos al de derecha, que la da por descontada y conveniente. En segundo término, es un asunto cuya resolución es meramente judicial y, en consecuencia, se resolverá cuando dios quiera. Quién puede saber si cuando haya una sentencia firme sobre las presuntas corruptelas de don Mañueco, que por ahora no está ni imputado, no habrán pasado otros treinta y cinco años.
La coalición de izquierda en el gobierno central ha sido solemnemente derrotada en las elecciones del domingo y no tiene posibilidad alguna de ser alternativa en la región. Pero los resultados electorales han abierto una oportunidad para una política de estado, que tanto les gusta evocar a nuestros capitostes, consistente en facilitar la designación de don Mañueco como presidente de la junta, y mantener al margen a los voxianos. CastillayLeón no es Madrid, Cataluña o Euskadi y es irrelevante quién gobierne, pero no lo es que un partido neofascista entre en el gobierno.
La operación, desde luego, debería ser pública y explícita hasta en sus detalles, y hacerse al margen del brumoso circuito de chalaneos tácticos por el que circulan el ministro don Bolaños y el factótum don Santos Cerdán, cuyos hábitos de negociación nos han acostumbrado a que en cada ocasión, sea Murcia o sea Navarra, salga un pan como unas hostias. Aquí el mando debería ser asumido públicamente por el presidente don Sánchez, el interlocutor principal debería ser don Casado y el hipotético acuerdo debería contener al menos dos compromisos de las partes. Uno, en negativo, no cercenar las leyes de derechos civiles (lgtbi, violencia de género) como pretenden los voxianos, y otro, en positivo, para atender las demandas más perentorias de la región, encarnadas en las candidaturas provinciales, que han más que triplicado la representación que tienen los podemitas, por ejemplo. Este incierto acuerdo de las siglas del bipartidismo podría ser el comienzo de una gran amistad y, para empezar y como gesto de buena voluntad, podría servir para cerrar el penoso expediente del consejo del poder judicial, que nos ha hecho bajar nota en la asignatura de democracia. Y ahora, una historieta del abuelo Cebolleta.
Monsieur Miterrand fue una de las grandes figuras de la socialdemocracia europea antes de la decadencia sin paliativos que esta ideología padece ahora, y es fama que fue un maquiavelo de cuidado, capaz de entrar en la guerra al servicio del gobierno colaboracionista de Pétain y salir de ella como líder de la resistencia. Pues bien, a principios de los ochenta, don Miterrand consideró que era una idea genial potenciar a la extrema derecha para dividir a la derecha clásica que se le oponía. A tal fin, llegó a modificar la ley electoral para abrir paso al frentenacional de la familia Le Pen. El resultado, cuarenta años después, es que en cada elección presidencial han de unirse en segunda vuelta todas las fuerzas republicanas, de derecha y de izquierda, para cortar el paso a los ultras lepenistas. Vox, o como vaya a llamarse en el futuro, ha venido para quedarse y la ultraderechización de la derecha es una deriva imparable, masiva y potencialmente ganadora, que abarca desde los asaltantes al consistorio de Lorca hasta doña Cayetana Álvarez de Toledo, que, por cierto, tuvo la amabilidad de visitar ayer la remota provincia subpirenaica para deleitarnos con sus aterciopeladas ocurrencias, entre las que destacó, notablemente, una incitación explícita a dinamitar upeene, el partido hegemónico de la derecha en la región. Don Sánchez tiene la palabra y esperemos que no se quede corto, como siempre.
Otra maquiavelada deMitterrand:
Autor de «Le coup d’Etat permanent» donde denuncia de forma genial la «monarquia republicana» francesa de la V Republica, se permitio,-una vez llegado al poder-, de esa Constitucion Republicana tan vilipendiada, de batir todos los records de permanenencia como presidente (14 anos), delante de De Gaulle, Pompidou, Giscard, Chirac (10 anos en dos mandatos).
Aviso al navegante: Ojo con el candidato o politico que denuncia la corrupcion……….riesgo de record batido.
Hola, Rodergas, gracias por tu comentario. Un saludo.