El electorado de izquierdas está al borde de un ataque de nervios y el tembleque se contagia al gobierno de coalición. Domingo de Ramos: presentación del artefacto electoral de doña Yolanda Diaz y las podemitas obstinadas en unas elecciones primarias abiertas para sumarse a Sumar. Las primarias es una de esas buenas ideas que no funcionan porque los partidos tienen escasa vida orgánica y, como mucho, operan de canales de conexión de redes clientelares y como listas de espera al puesto público. Las primarias expresan hostilidad y discordia internas, y no garantizan la calidad del liderazgo, ni el éxito electoral ni siquiera la cohesión del partido, y en la izquierda/izquierda, siempre atenta a cualquier oportunidad para disgregarse, pueden ser letales.
Doña Yolanda Díaz está donde está por dos circunstancias sucesivas, ninguna de las cuales tiene pedigrí democrático. Una, el dedazo de don Pablo Iglesias que la puso a la cabeza del movimiento cuando el líder inmarcesible decidió retirarse al rincón de pensar para mover los hilos sin responsabilidad política; y dos, cuando don Pedro Sánchez cooptó a la candidata como virreina (provisional) de su gobierno para reforzar su flanco izquierdo mientras intenta reconquistar terreno por el flanco derecho. En medio de este ejercicio de prestidigitación realizado por sendos machos alfa (pongamos perspectiva de género) quedaron desamparadas las dos huerfanitas, doña Irene Montero y doña Ione Belarra, que no saben si son ministras, agitadoras o mártires de la causa. A la primera la quemaron en la pira de su ley del solo sí es sí y a la segunda la han vetado en la presentación de su ley de familia. Doña Belarra ha tenido que hacerse presente en tuiter, el territorio de la guerrilla postmoderna, para defender su ley. Tuiter o boe, he aquí el dilema sobre el que pesoe y pepé, los dos equipos de la premier league, tienen clara la respuesta.
La lideresa de Sumar va a la cabeza en las valoraciones personales de los sondeos de opinión probablemente debido a dos razones: porque supera de largo en empatía natural al guapísimo, altivo y despegado don Sánchez, del que solo apreciamos su eficiente buena suerte, y porque el discurso y la acción de gobierno de la ministra de trabajo, en el que habla de negociación, acuerdo social y derechos de los trabajadores, es una melodía de izquierda clásica, reconocible e inatacable en el consenso progre, como dírían los voxianos, y cuando estos se han convertido en una amenaza real más vale que nos proteja una defensa real. Uno de los problemas, quizá el más importante, de las podemitas es que se han vuelto ininteligibles.
Pero, caramba, son necesarias para que la plataforma espacial de doña Yolanda Díaz despegue y eso nos tiene en un ay. En la febril conversación de las redes, transitan opiniones cuyo expresivo título –Sumar, el único camino– advierte de la ansiedad y el nerviosismo de la izquierda. El contenido es una llamada a la razón histórica y una súplica a los/las que creen que pueden obviarla. La mala noticia para esta prédica es que vivimos tiempos cataclísmicos, propensos a la aparición de visionarios, y don Pablo Iglesias, el director de la orquesta, pertenece a este rango. Entretanto, a los viejos rockeros que intercambian mensajes de inquietud, no les queda otra que tomar tila, cruzar los dedos y esperar al día de las urnas.