Don Eduard Pujol parece uno de esos personajes orondos, rotundos, facundos, que tienen un pacto de mutua gratificación con la vida y que amenizan con sus ocurrencias los trámites más áridos. Esta mañana se le ha ocurrido enredar un poco en la clausura del tedioso proceso de investidura de don Feijóo y, llegado su turno de emitir el voto, se ha incorporado en su escaño y ha dicho sí y no a la designación del candidato de la derecha a la presidencia del gobierno, sin aclarar la naturaleza de este lapsus. ¿Ha sido un error o un acto intencionado? Don Pujol no cesaba de sonreír, como esos cuñados que ponen un cojín de pedorretas en el asiento de otro comensal en las comidas familiares y unos le ríen la gracia, otros se miran entre sí sorprendidos y solo el embromado entiende el mensaje.
Técnicamente, y la vista de que no había forma de interpretar las intenciones del orondo don Pujol, la presidenta de la cámara ha decretado su voto nulo, la fórmula que utilizan los votantes que quieren expresar que la votación a la que han sido convocados se la bufa. Naturalmente, el voto nulo ha sido intencionado. El facundo diputado es persona muy cercana a don Puigdemont, que ha podido sugerir a su mandado que deje un mensaje a don Sánchez. El ingenioso catalán no tenía fácil superar el infatigable coro de gruñidos procedente de la bancada de la derecha pero un cojín de pedorretas es un testimonio imbatible cuando se quiere expresar disidencia porque parece un chiste cuando en realidad es una amenaza. Haría mal don Sánchez en creer que el voto de don Pujol ha sido un lapsus involuntario, aunque parece que don Sánchez no necesita consejos en esta cancha.
El trabalenguas de don Pujol nada tiene que ver con el lapsus que sufrió ayer el diputado socialista por Teruel, don Herminio Sancho, que también se lió con el voto y dijo sí y no al mismo tiempo, si bien este caso era por una causa justa: la secretaria de la mesa lo nombró como Sánchez y se apellida Sancho, y él quiso defender el honor del apellido familiar. Sí, soy Sancho y no Sánchez y no, no quiero a Feijóo como presidente del gobierno, era la secuencia completa de su pensamiento, que no se puede expresar con monosílabos. La paranoia de los tránsfugas hizo que el entorno del diputado estuviera al quite y se aceptó la corrección de inmediato cuando don Herminio Sancho se explicó atropelladamente. Momentos de muchos nervios, ya lo habrán comprendido.
La zozobra del diputado de la España vacía y pobre nada tiene que ver con el desenfado del diputado de la Cataluña poblada y rica. El humor mediterráneo es más desenvuelto en materia de caca, pis, culo, y los estreñidos mesetarios no siempre lo entienden en su justo alcance. En el último tercio del siglo pasado, el teatro independiente catalán ocupaba las calles y era muy apreciado por su gestualidad y colorido. Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cubana, Els Joglars, eran nombres de referencia y bien podrían considerarse como antecedentes de la puesta en escena de las multitudinarias manifestaciones del prusés, que, como se ha sabido, era puro teatro, que en Madrid no entendieron y les mandaron los guardias para disolver la representación, como cuando entonces, ay. Ahora, don Sánchez tiene que negociar con los empresarios de aquel circo y buena parte de la materia que se pregona como negociable –autodeterminación, referéndum, etcétera- es humo y fuegos artificiales, folclore, pero lo único que no puede tomarse a broma en esta país es el folclore.