Este don Sánchez es un sádico, además de todo lo que se dice merecidamente de él. ¿Pues no nos ha cambiado de alcalde el día de los santos inocentes? El partido de la alcaldesa saliente, que se ve a sí misma como si le hubieran pegado un monigote de papel en la espalda, está que trina y como primera providencia ha decidido romper con la federación regional de municipios y concejos, en la que tiene una notable representación correspondiente a la fuerza municipal que ostenta, para ir a no se sabe dónde. Parece un gesto idiota y lo es, pero está lejos de resultar sorprendente. Al contrario, echarse al monte es una reacción previsible en la valetudinaria tradición carlista de la provincia.
Para que los forasteros lo entiendan: es un gesto de la misma matriz que inspira la causa independentista de don Puigdemont, y con los mismos, desastrosos efectos. Declaras la independencia de tu terruño o llevas a cabo un navarrexit separando a tu municipio de la red política y administrativa que forma el tejido de su comunidad histórica y luego ¿qué? En el polucionado lenguaje de los separatistas, es para crear una nueva asociación de municipios que sea democrática y donde se respete la pluralidad. ¿Puede una reacción tribal surgida precisamente como rechazo a los procedimientos democráticos y como negación del pluralismo crearse para defender la democracia y el pluralismo? ¿Ha salido alguna vez un régimen democrático de una carlistada?
El procedimiento para culminar la ruptura de la federación exige ser votado municipio a municipio por lo que es previsible que lleve la discordia a localidades (casi todas, por ahora) donde reina la concordia. Para los que han ideado la táctica se trata de captar pueblo a pueblo el voto de los concejales socialistas descontentos con el líder de su partido y sus decisiones. La derecha está en un desespero a la búsqueda de socialistas buenos, y cualquier anécdota les vale. En la capital ya se especula con la deserción de dos concejales socialistas que no asistirán al pleno de la vergüenza. La explicación de la ausencia debe ser sencilla pero los socialistas no la han dado: estilo don Sánchez. Los portavoces que se atreven a hacerlo se convierten de inmediato en el capacico de las hostias y pobres de ellos si se quejan. Luego que no vengan lloriqueando, como advirtió don Abascal. Menos mal que el general Mola ya no es el jefe de región militar.
Para la confederación española de derechas autónomas, ahora mismo en plena ebullición, la remota provincia subpirenaica tiene una significación legendaria, fundante de la mitología patria, como Granada, digamos. ¿Se imaginan que sea elegido un alcalde musulmán en Granada? Pues eso. Los jugadores de baloncesto como don Sánchez practican su deporte sobre un parqué plano, pulido y seco, que no tiene en cuenta las placas tectónicas que soportan los cimientos del pabellón deportivo y bien puede ocurrir que un habilidoso triple como el que ha encestado en la remota ciudad subpirenaica provoque un terremoto de dimensiones imprevisibles. Es el efecto mariposa, que en los países vetustos como el que nos da cobijo no viene del aire sino de las profundidades del suelo.
La uniondelpueblonavarro no solo pierde hoy el segundo cargo político en orden de relevancia en la región sino que ve alterado el paisaje en el que nació y que le proporcionó treinta años de hegemonía. Ya no hay amenaza del terrorismo, el neocarlismo abertzale está en la senda de la paz democrática; el pesoe regional ha dejado de ser el partido descangallado de antaño y ha cambiado de rumbo, y, por último pero no en último lugar, el regionalismo conservador está siendo vampirizado por el centralismo abrupto de Madrid, incluso en el lenguaje insultante y zafio que han adoptado para referirse a sus adversarios políticos y ya de paso al vecindario de la ciudad. Los vascos forman parte de los inquilinos de la casa solariega y en el reparto de la herencia se disponen a ocupar la habitación principal, que les corresponde porque es el grupo con mayor apoyo en el consistorio y que ya habían ocupado en una legislatura anterior. Todo lo cual no significa que la actual correlación de fuerzas vaya a ser estable, más bien promete lo contrario porque el malabarista de La Moncloa tiene demasiadas bolas en el aire, pero por ahora la derecha desalojada de la poltrona hará bien en comprender que el espectáculo circense ha evolucionado y debe adaptar sus habilidades en la pista a los nuevas preferencias del público.