Los paisanos de esta remota provincia subpirenaica asistimos con desconsolado estupor a los episodios de corrupción de los socialistas locales. Es como experimentar la recidiva de una enfermedad crónica y de diagnóstico incierto. El peeseene, que así se llama la federación regional del pesoe, es un partido endeble en una tierra de robustos conservadores que apoyaron el golpe del general Mola y de carlistas que hicieron lo mismo, como se ocupó de recordárnoslo don Albito Viguria en nuestra remota juventud. Un partido menguado y titubeante del que diríase que necesita para su subsistencia del apoyo de uno de los dos bloques imperantes en la provincia: la derecha conservadora y el neocarlismo conocido como izquierda abertzale. Durante décadas el apoyo al peeseene le vino de la derecha y ahora se ha inclinado hacia la izquierda, lo que explica el horrísono trompeteo que ha ocasionado el cambio de bando en Madrid y aledaños.

Esta vida políticamente difícil y menesterosa no ha impedido que algunos, pocos pero sonados, miembros del partido hayan creído que vivían en Jauja, lo que no deja de ser raro porque la remota provincia tiene ganada fama de probidad y buen gobierno, y ni siquiera alberga la delirante cifra de negocios públicos y privados de Madrid o Barcelona, donde la corrupción ha sido un rasgo indeleble de la gobernanza. Pero, en los mismísimos albores de la era democrática, la remota provincia fue el primer campo de experimentación de don Luis Roldán, quizá el corrupto por antonomasia de esta reciente historia porque no dudó en llevar sus fraudulentos negocios a la dirección misma de la guardia civil cuando ocupó el cargo. Después de muerto, dos años ha, todavía no se conoce el paradero de la ingente fortuna rapiñada. Don Roldán arrastró a su compadre en estas lides, don Gabriel Urralburu, primer presidente democrático de la región, que a su vez se hizo acompañar por su consejero de obras públicas en el gobierno, don Antonio Aragón, y si bien los frutos del mangoneo de ambos fueron alpiste comparados con lo que trincaron después otros en otras partes del reino, incluido el rey reinante, hoy emérito, los dos fueron juzgados y condenados a penas de cárcel. Además, estas maniobras enredaron al siguiente presidente socialista de la región, don Javier Otano, que por lealtad a sus jefes en el partido aceptó poner a su nombre una cuenta secreta en Suiza con la pasta de las mordidas; no se benefició personalmente de ella y no fue juzgado, en consecuencia, pero tuvo que renunciar al cargo y dejar la política. Era junio de 1996 y han tenido que pasar casi tres décadas para que otra miembro del partido, doña María Chivite, tuviera la oportunidad de volver a la presidencia regional. Y entonces, zas, aparece Koldo, el aizkolari.

La relevancia de estos corruptos de la remota provincia no reside tanto en el monto de sus beneficios cuanto en la capacidad de sus acciones para dañar al partido y desmoralizar a sus votantes. En eso son unos virtuosos con un gran don de la oportunidad. Don Roldán fue un factor determinante del declive de don Felipe González; don Urralburu desacreditó para décadas al inseguro socialismo de la región en el que él mismo era un parvenu salido de un convento, y don Otano culminó la tarea convirtiendo al peeseene en una sombra. Y ahora está por ver qué efecto van a tener las andanzas de Koldo el aizkolari sobre la estabilidad de don Sánchez porque formaba parte de su círculo de confianza en el partido por intermediación de otro socialista de la remota provincia, don Santos Cerdán, que ya se ha significado por sus negociaciones con los puigdemonteses y ofrece un blanco fácil a la artillería mediática de la derecha, que ya se ha puesto a la tarea para enfangar también a la otra ministra socialista procedente del peeseene, doña Elma Saiz.

La airada memoria del viejo, que ha dictado las líneas anteriores, le recuerda también una famosa frase de otro socialista de mucha vitola procedente de la remota provincia: el pluriministro don Carlos Solchaga, que en febrero de 1988 reflexionó en voz alta: España es el país donde se puede ganar más dinero en el corto plazo de Europa y quizá del mundo. No lo digo yo: es lo que dicen los asesores y expertos bursátiles.

Koldo el aizkolari era asesor cuando, en efecto, ganó mucho dinero en el corto plazo.