Por fin han militarizado la catástrofe de Valencia, dando la razón al sentido común y a la acreditada opinión de nuestro vecino de la gorra de béisbol, que recogíamos aquí días atrás. El estratega don Carlos Mazón ha puesto a un teniente general (retirado, pero teniente general) al mando de la reconstrucción del territorio y la recuperación de sus maltratados habitantes, con el rango de vicepresidente del gobierno regional. ¿Acojona, eh?, que diría el marqués de Leguineche de las pelis de Berlanga.
El militar nombrado ha aceptado de inmediato la misión porque, como todos los jubilados, padece el mortificante sentimiento de que no se ha reconocido su valía durante la vida activa y nunca es tarde para reivindicarse a sí mismo. Por lo demás, tiene una hoja de servicios impecable y durante su carrera se ha ocupado de numerosas encomiendas entre las que se incluye, por lo que concierne a este caso, la dirección de la reconstrucción de Quala e Naw, en Afganistán (para que luego se queje nuestro vecino de la gorra de béisbol de que los militares no hacen nada en sus misiones exteriores). Quala e Naw es una villa de menos de diez mil habitantes, famosa por sus cultivos de anacardos y pistachos, y por sus alfombras, capital de la provincia de Bagdis, una de las más empobrecidas del país afgano, con una extensión de veinte mil kilómetros cuadrados y una población de medio millón de habitantes (Valencia: 23.225 kilómetros cuadrados y 789.000 habitantes), aquejada de sequías crónicas que han provocado numerosas emigraciones de su población, aunque se puede suponer que el estratega don Mazón habrá tenido en cuenta también que, después de que el general español cumpliera su misión en Afganistán, los talibanes volvieron al mando. Porque, entre otras responsabilidades, el general tiene en sus manos la carrera política del estratega que le ha nombrado. Don Mazón lo proclamó solemnemente ante el parlamento regional: renunciaré a la reelección si no soy capaz de liderar la recuperación. Aunque sea manu militari, podría haber añadido.
No vamos a ser tan toscos como para insinuar que, cuando las cosas no van bien, la derecha llama a los militares, pero, caray, algo de estado de excepción tiene delegar en un teniente general una tarea eminentemente política, que requerirá consensos, negociaciones y decisiones no meramente técnicas y/o ejecutivas, empezando porque en algún momento el responsable tendrá que explicar ante el parlamento su plan de recuperación. El estratega don Mazón ha debido maquinar que poniendo al frente a un general de altísimo rango, no tendrá que aguantar las réplicas de los mandos de la unión militar de emergencias (al fin, el ejército de Zapatero) ni de los prebostes de la confederación hidrográfica (al fin, empleados de la ministra Ribera, que ya está recibiendo lo suyo en Bruselas) y ni el mismísimo don Sánchez se atreverá a negarle nada de lo que se pida porque no lo pide un político, sino un militar, que solo vela por el bien común. Queda incluso bajo la autoridad del teniente general el contrato que el gobierno de don Mazón ya ha adjudicado a dedo a uno de los sospechosos habituales en estas circunstancias.
En fin, como dijo el otro, el que pueda hacer algo, que haga.