Ya se ve que esto va de cosa dura. Nueva oleada recesiva de la economía, de tamaño medio/grande según quién lo cuente; posible quiebra del sistema de pensiones; salarios estancados o a la baja y ni hablar de tocar la reforma laboral del precariado, etcétera. Pero eso es lo de menos si vemos que los indepes catalanes quieren arrebatarnos una parte del territorio nacional y por esos mundos de dios andan diciendo que Cristóbal Colón fue un genocida. Ya veremos qué se puede hacer con el primer paquete de problemas, probablemente poca cosa, pero para el segundo el gobierno ssspañól de don Sánchez ya ha tomado medidas serias y ha contratado a una agencia de imagen, nada menos que a la prestigiosa Glover Park Group (la famosa yipiyí, ahí los tienen, tan sonrientes en la foto) para contrarrestar el relato de los prusesistas en el exterior (como si en el interior no hiciera falta) y, ya metidos en harina, para restaurar la imagen del imperio español. Se ve que todos los esfuerzos de marcaespaña, españaglobal y los afanes literarios de don Pérez Reverte y de doña Roca Barea han sido insuficientes y hay que recurrir a auténticos profesionales. Al final, como siempre, la plusvalía del negocio tributa sus impuestos fuera del territorio nacional.
Por el importe de la contrata -quince mil dólares al mes- no es probable que yipiyí vaya a hacer algo más que algún power point y uno o dos focus group, habida cuenta las minutas de estos despachos profesionales. Lo significativo de este asunto es que un estado nacional entra en el parqué del mercado de la comunicación como una corporación privada, para competir con cualquier tuitero que, con ayuda de los bots rusos o lo que sean esos chismes, puede poner la fama de uno de los estados más antiguos del mundo [sic] como un santocristo. En este episodio se revelan los tres rasgos que definen nuestro tiempo y sus mudanzas, a saber: 1) deflactación del estado y obsolescencia de sus instrumentos de acción exterior (embajadas, institutos de cooperación, intercambios culturales, servicios de información, etcétera); 2) constitución y emersión en el escenario global de nuevos grupos portadores de sus propios relatos en competencia con las versiones oficiales, que hasta ahora eran de obligada creencia, y 3) el recurso a intermediarios profesionales privados para pastorear este maldito caos.
¿Hay alguna relación entre la crisis de nuestro sistema de pensiones y que los líderes del movimiento indigenista americano hayan decidido que la llegada de los conquistadores enviados por la corona de Castilla a sus tierras hace quinientos años fuera una desgracia para sus pueblos? La respuesta es afirmativa. El denominador común de estos y otros acontecimientos dispares y homogéneos a la vez es la crisis del estado nacional, que ni puede atender al bienestar de su ciudadanía ni puede sostener un relato legitimador de su razón histórica. Hagamos la pregunta desde la otra orilla: los relatos identitarios independentista e indigenista, respectivamente, ¿darán empleo, vivienda y escuela a sus promotores catalanes y/o mexicanos o bolivianos? La respuesta es negativa. Entonces, ¿a qué votamos unos y otros en las elecciones?