Crónicas de la peste III
Absorto en la pantalla del ordenador -el único ser vivo inmune a la peste– el observador confinado en su casa tiene el mundo ante sí como un vasto campo de batalla en la que los distintos cuerpos de ejército adoptan estrategias diversas para enfrentar al enemigo común. La evidencia dice que el número de tácticas que pueden ponerse en funcionamiento para frenar su avance es muy limitado; de hecho, solo hay unas pocas eficientes, iguales para todas las circunstancias. Pero hay que contar con el genio de las naciones. Para los separatistas de toda laya, la peste ha sido una mala noticia porque ha puesto su circunstancia en común con la del resto de la especie humana. Para los ingleses, es el primer gran desafío que han de afrontar después de su glorioso brexit, y para los catalanes, también el primero desde su nonata independencia.
Fintan O’Toole es un analista y ensayista autor de un libro desopilante, El fracaso heroico, que ya ha sido comentado en esta bitácora, sobre el sustrato cultural que ha llevado a la elite inglesa a impulsar, y conseguir, la separación de Europa. La tesis del autor, para decirlo en breve, es que, en la imaginación dominante en el país, los errores y pifias del pasado histórico son interpretados como gestas heroicas y las barbaridades perpetradas, como sacrificios inevitables. En el libro, el retrato de Boris Johnson es inclemente pero he aquí que el propio Boris ha decidido mantenerse fiel a su caricatura y convertir la lucha contra la peste en un fracaso histórico, otro más. A semejanza de su admirado Churchill, que tampoco era un gran estratega, ha decidido que dará la batalla al virus en lo que entiende que será una segunda oleada de este, en otoño e invierno, cuando los supervivientes de este primer ataque primaveral estén inmunizados y el sistema sanitario de la nación adecuadamente equipado para hacer frente al desafío con éxito. Entretanto, a resistir con los labios apretados, caiga quien caiga. Por supuesto, no hay ninguna evidencia de que esa segunda oleada vaya a producirse ni de que los supervivientes de esta vayan a inmunizarse, y sin embargo es completamente seguro que en la situación actual las víctimas aumentarán exponencialmente. Boris ya cuenta con ello y ha anunciado a sus compatriotas: muchos vamos a perder en las próximas semanas y meses a nuestros seres queridos. ¿Se acuerdan de aquello de que la historia se repite como parodia? Pues eso.
Entre nosotros, don Torra ha decidido confinar a toda Cataluña. Confinamiento es un término que denota abrigo y prisión. Nido y cárcel, las dos caras del nacionalismo. El confinamiento de una región no tiene sentido si todos estamos confinados en nuestras casas, como parece indicar la instrucción general. No hay fortaleza asediada si no hay asediadores. Pero don Torra debe pensar, quién sabe si el virus no traerá la independencia, y si no es así, siempre podremos celebrar en el futuro la diada del año de la peste. Al otro lado del muro, don Ortega Smith, sujetándose los pantalones con tirantes rojigualdos, tuitea, mis anticuerpos españoles luchan contra los malditos virus chinos, hasta derrotarlos. Ojalá los derrote porque si no es así el olvido va a envolver al héctor voxiano en menos que el portavoz ministerial de sanidad recita la estadística diaria de los difuntos. Una cosa es segura: el único atributo humano inmune a cualquier peste es la estupidez.