Crónicas de la peste XI
Al parecer, las autoridades alemanas andan de cabeza por la provocadora indisciplina de sectores de la población ante las medidas profilácticas decretadas contra la peste. A la que el gendarme se da media vuelta, ya hay un grupito a su espalda poniéndose de cerveza hasta las trancas y sobándose unos a otros. Corona Party ohne Polizei proclaman en la calle insolentes carteles anunciadores de fiestorros. La querencia orgiástica es consustancial a todos los episodios de peste, pero llama la atención que sean los alemanes quienes la lleven a efecto mientras los asilvestrados meridionales, a los que hubo que crujir para que pagaran sus deudas y que por eso andan faltos de mascarillas ahora, siguen las órdenes del gobierno con disciplina prusiana y nos aburrimos en casa como hongos. El asunto parece una inversión de los tópicos sobre el carácter nacional pero no es ese el misterio más intrigante.
Uno de los afiches berlineses que convocan a la juerga en una casa de vecindario dice así: Quien se aburra entre sus cuatro paredes, puede venir: 4º piso, puerta izquierda. Por favor, no venga si tiene más de 60 años o menos de 18; o si tiene fiebre, estornuda o tose. Atención: ¡por favor, traed vuestro propio papel higiénico! El grueso del mensaje es previsible e impecable: marca las condiciones, modos y excepciones para participar en la convocatoria pero ¿la coda que remata el aviso? Es una súplica desgarradora, que marca la hondura de la tragedia que la fiesta quiere exorcizar. No hace falta que traigáis cerveza, ni vodka, ni altramuces, ni preservativos, ni pelis porno y de las otras, hay de todo, pero ¡por favor, traed vuestro propio papel higiénico!
Así pues, los alemanes también están en el secreto. El papel higiénico se ha convertido en el misterio central de esta anómala situación, a pesar de que las autoridades sanitarias no mencionan su necesidad y apenas aluden a que los desarreglos gastrointestinales son efectos muy improbables en los afectados y el virus tampoco se contagia por esa vía. ¿Qué nos ocultan? El buen pueblo, con ese instinto natural del que hace gala en las situaciones extremas, se apresuró de inmediato a saquear las reservas de este artículo en los supermercados apenas decretada la alarma y luego, en vídeos, memes y otras quincallas que menudean en las redes sociales y en televisión, se ve a deportistas, prestidigitadores y estrellas de cine matando el rato en su casa provistos de uno o varios rollos, dándoles pataditas, haciendo malabares o, los menos diestros, sonriendo junto a la mascota blanca y cilíndrica. ¿Quieren hacernos creer que la cosa va de broma y no hay nada oculto en este mensaje de cuyo intríngulis sin duda están al tanto? ¿Por qué no acaparan gel de baño, gambas congeladas o lápices de colores y hacen bromitas luego con esos suministros en sus cuentas de instagram?
Los patriotas constitucionales, es decir, los que seguimos las instrucciones del gobierno y mantenemos nuestras reservas de papel de váter en los niveles anteriores a la crisis, estamos muy mosqueados. Este producto de longitud notable y tacto sedoso se ha convertido en la grieta por la que se escapa la racionalidad trabajosamente construida en estas semana, con el consiguiente efecto psicológico para el buen orden de la república.