Crónicas de la peste XLIX

Unos días atrás, las páginas del diario de referencia acogieron un conato de debate teológico sobre ciencia y fe entre un ateo y un deísta. La opinión del ateo, un reputado periodista científico, fue recogida y referenciada en esta bitácora pero la del deísta, publicada uno o dos días después, no recibió la misma deferencia, lo que bien podría lindar con un delito de odio por razón de religión. Reparemos, pues, la falta de cortesía. El núcleo argumental del deísta era una insignificante disquisición entre religión y superchería que llamativamente se abría con una cita atribuida al líder podemita, don Iglesias Turrión, cuyo contenido también era insignificante a fuer de obvio. ¿Qué hacía, pues, este político sirviendo de palanca a contrario a una tesis religiosa? La cuestión es intrigante y previsible a la vez. Intrigante porque entre las innumerables competencias y responsabilidades del ahora vicepresidente del gobierno no figura el negociado de cultos, y previsible porque El Coletas se ha convertido en una suerte de espantajo del mal para la derecha y, como Lucifer, aparece por todas partes.

La peste ha hecho de nuestra derecha una secta o cofradía a la que se puede ingresar por muchas puertas –una de ellas, las páginas de opinión del diario de referencia- pero que exige al neófito, como rito bautismal, responder afirmativamente a la pregunta típica:  ¿renuncias a …….., a sus pompas, obras y seducciones? En la línea de puntos, donde en nuestra remota juventud decía satanás, ahora los catecúmenos neoliberales escriben pabloiglesias. Hay que convenir en que la figura del jefe podemita se ajusta bien a la iconografía luciferina clásica: filiforme, encorvado, ceño fruncido, perilla de fumanchú, mirada inquisitiva y astuta, un bolígrafo en la mano (¿escribe, piensa?), lengua incisiva y perturbadora y una coleta incongruente que bien podría ser un remedo del rabo de toda la vida.  En resumen, que ni diseñado a propósito para sacar de quicio a nuestras amedrentadas clases pudientes, papel que a Lucifer le encanta porque alimenta su vanidad.

La ideología de nuestra derecha se apoya en un basamento teológico en el que ella es el pueblo elegido y cuya ilustración requiere de potentes iconos. De los tres enemigos del alma, el mundo y la carne son abstracciones inevitables y placenteras, tanto más si tienes dinero, pero Lucifer es el adversario, un ente personal, identificable en quien te plazca hacerlo, y muy apropiado para mantener prietas las filas del bien(estar). He aquí una llamada al combate, encontrada entre muchas en las redes sociales y atribuida a la actividad nocturna de un magistrado o funcionario del poder judicial: Amosss a ver, Pablo, ¿de verdad no te das cuenta de que los problemas de España empezaron cuando tú apareciste?

La peste ha constreñido el margen operacional de la oposición, y donde pudo haber argumentos ahora hay jaculatorias y exorcismos. Eso explica la estrategia de la cruzada emprendida por la derecha contra el gobierno, consistente en intentar la ruptura de don Sánchez y don Iglesias, lo que haría cualquier cura en circunstancia parecida: separar al descarriado del diablo que le tiene en sus garras. Por ahora, el descarriado prefiere la compañía del diablo, aunque ya veremos.