Esta bitácora busca instintivamente la comicidad en el paisaje que la rodea. La risa es una forma eficiente, aunque momentánea, de derrotar a la realidad y en ciertas circunstancias cada minuto y cada centímetro ganados a la evidencia de los hechos es una victoria de la vida. Pero en estos momentos la realidad no solo es trágica sino también atrozmente aburrida. La visión del rebaño humano que se amontona en las playas a la espera de que la pareja de polis lo saque de ahí y los pastoree hacia la senda correcta es deprimente. El patinazo gubernamental a cuenta del pacto nonato con bildu para derogar la reforma laboral que no se derogará no invita a la risa a menos que seas un idiota o un canalla. El biblista inventó la figura de la zarza ardiente para aliviar al beduino de la insufrible monotonía del desierto. Para que la metáfora funcionara eran precisos dos requisitos, que el fuego no consumiera la zarza porque el material combustible es altamente escaso en ese entorno, y que la llama estuviera asociada al mensaje sobrenatural que recibiría el espectador del portento.

Bien, después de este preámbulo ya habrán adivinado que en este desierto no hay zarzas ardientes. Lo más parecido que tenemos es doña Ayuso pero incluso esta esforzada animadora del caos termina por consumirse porque todo lo que alimenta la existencia es perecedero, así que en el pesoe han dado en pensar que la presidenta madrileña necesitaría una pareja capaz de darle la réplica en la pista y restaurar la vivacidad del espectáculo. El profesor de filosofía don Ángel Gabilondo es al que por cargo corresponde esta encomienda pero es evidente que no consigue encontrar el tono. El apellido Gabilondo representa entre nosotros la mesura, la probidad y el equilibrio, así que don Ángel está completamente descolocado en este tiempo desmedido, fullero e insensato. Es como un majestuoso setter inglés (de Oxford) perplejo por la actividad de las ranas en la charca donde se ha criado y chapotea doña Ayuso. De hecho, la elección de don Ángel como cabeza de lista del pesoe en Madrid ya indica cierta incapacidad del partido y de él mismo para comprender la naturaleza del biotopo heredado de doña Aguirre.

La desenfadada corrupción que revela la residencia del lujo de la presidenta ha dejado literalmente sin habla al jefe de la oposición. Don Ángel debe pensar que hay que tener la formación de un gañán y el arrojo de un gamberro para enzarzarse en un debate con doña Ayuso por este tema, y de hecho ha dejado que la propia interesada cree la comisión que habrá de investigarla. Pero el pesoe tembloroso e inseguro que nos gobierna se ha tomado en serio la especie difundida por la derecha de que la presidenta madrileña encabeza la oposición al gobierno, como si las pifias que perpetra fueran acogidas en el resto del país con la misma aquiescencia con que se reciben en el cogollo capitalino y sus difusores mediáticos. Para contrarrestar a doña Ayuso no hace falta firmar un acuerdo nocturno e inútil con un pequeño partido de la remota cornisa cantábrica.