La frase que da título a esta entrada fue una consigna propagada por la extrema derecha alemana en los años veinte del pasado siglo para acusar al gobierno democrático de la derrota del país en la primera guerra mundial. El mensaje que resume la frase y que complacía a militaristas, nacionalistas y antisemitas era: la derrota se debió a maniobras políticas de socialdemócratas y judíos, ellos son los culpables de la muerte de nuestros jóvenes en las trincheras y de la crisis económica consiguiente. Esta trola monumental, que hoy llamaríamos finamente fake new, tuvo gran aceptación y sirvió para destruir la república de Weimar y moldear a la opinión pública a favor de una solución autoritaria que finalmente encarnaría Hitler.

Hoy y aquí la puñalada por la espalda es el aeropuerto de Barajas, la única infraestructura de Madrid cuya gestión compete al gobierno central, social-comunista, y que doña Ayuso no cesa de señalar como el manadero del coronavirus al que don Sánchez no quiere cortar el paso para así acabar con la libertad y buen vivir de los madrileños, vale decir, de los españoles por antonomasia. Una puñalada y un aeropuerto se parecen en que son nociones inabarcables a la razón para las consecuencias que se les atribuyen: la primera infiere una herida mínima por la que sin embargo se desangra el organismo; el segundo constituye un espacio multidimensional en el que cualquier fenómeno es posible.

La oposición del pepé al gobierno en relación con el coronavirus ha discurrido desde el primer momento por el terreno del pensamiento mágico y un aeropuerto constituye un escenario pintiparado para estos ejercicios tentativos. ¿Qué lugar más adecuado para una fantasmagoría que este, de largos corredores y vestíbulos habitados por tropillas de zombis procedentes de naves que suben y bajan de las nubes? En el país de ex combatientes lisiados que era la Alemania posterior a la primera guerra, la bayoneta era una herramienta cargada de horror físico y no se requería ninguna imaginación para entender el significado de una puñalada por la espalda. En nuestro país de vacaciones frustradas, viajes cancelados y turistas sospechosos tampoco hace falta mucha imaginación para ver un aeropuerto como una olla vírica. Doña Ayuso lo sabe y lo repite siempre que tiene ocasión. Goebbels proclamó que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, y el asesor de la presidenta madrileña, don Rodríguez, se ha leído el manual. La presidenta y su asesor han llevado el trampantojo al punto de levantar un hospital, por ahora vacío y desguarnecido de personal, cerca del aeropuerto, sin duda para absorber las pestilencias que el malevo don Sánchez no quiere atajar para que mueran tantos madrileños como se pueda.

Doña Ayuso es un personaje grotesco, cierto, pero también lo eran los urdidores de la puñalada por la espalda y ¿cuánto le costó al mundo constatar esta evidencia? Por ahora, la presidenta gana en imagen a don Casado en la subterránea disputa por el liderazgo en el pepé, y probablemente está mejor posicionada y más dispuesta que este para un futuro acuerdo, o fusión, con la extrema derecha voxiana. Los voceros del pepé al unísono han calificado de propaganda la llegada de las vacunas y el gobierno se ha encogido de hombros. Bueno, ya veremos.