Encuentro con Liberius en el café de media mañana. El palique lleva a la cosa catalana. ¿Tú crees que la cup es la herencia del movimiento obrero de la ceneté? No, este escribidor no  lo cree. Una de las características de la actual clase política, de la extrema derecha a la extrema izquierda, es que todos proceden de la clase media; quizá la cultura política que han mamado en sus casas sea esta o aquella pero en su procedencia social hay una homogeneidad absoluta y todos tienen el mismo objetivo, que es garantizarse un lugar en el único ascensor social disponible. Ni el gran dinero ni el precariado están en el parlamento; el primero porque no lo necesita y el segundo porque lo necesita tanto que sus demandas son inatendibles. A modo de ilustración de lo dicho, el escribidor evoca una imagen televisiva de ayer mismo en la que un cupaire defendía, en pleno incendio de la Diagonal barcelonesa, el desarme de los mossos, ataviado con un apresto de Armani, sin duda confeccionado en China y comprado en rebajas. Liberius, que acaba de impartir su clase diaria de latín sobre Marco Aurelio, comenta estoicamente: Joserra es de la cup, me lo dijo el otro día.

La confidencia despierta un recuerdo dormido desde hace casi medio siglo, cuando el entonces joven amigo Joserra le dijo al ahora escribidor: yo soy más bien de Pannekoek. ¿De quién? Lo que sabemos de ese tipo lo trae la wiki. Nuestro amigo no ha renunciado a que su imaginación vague por el remoto margen izquierdo de la galaxia. En aquellos años de resaca del 68 la izquierda era un supermercado. Otro amigo, Javier S., que la tierra le sea leve y la memoria generosa, confesó, me interesa más Alain Geismar que Cohn-Bendit. En los años mozos, la identidad no consiste en parecerte a ti mismo, que eres una mierda, sino en buscar un modelo rarito que te ilumine con su fulgor y te haga creer distinguido y distante; luego ya se irá apagando la vela. Quien esto escribe, que tiene alpargatas donde sus congéneres tienen orejas, se recuerda con sonrojo diciendo que le gustaba la música de Wagner.

Joserra es un tipo barbado, apacible, cuidador de sus ancianas y acomodadas tías y poseedor de una fantástica colección de vinilos de jazz cuya audición ofrecía a sus amigos para ilustrarnos en tiempos horros de toda ilustración. En más de un sentido, pertenece a la generación beneficiada por el régimen del 78, a la que le han sido dadas las condiciones de bienestar necesarias para mantener intactas sus ensoñaciones imposibles. Lo que caracteriza a los que han venido después y ahora ocupan los parlamentos y las calles es que creen que sus sueños sí son posibles. Mientras llega el correspondiente baño de realidad para todos, los viejos rockeros sacan a mear al perro y sueñan con el paraíso … (aquí, escriban su preferencia paradisíaca sobre la línea de puntos).