Mientras el mundo sea mundo, el 8 de marzo, san Veremundo
He aquí la consigna aprobada por unanimidad en la tertulia de media mañana para el día que en que se celebra la fuerza universal del feminismo. El sanedrín que ha tomado la decisión, café por medio, está constituido por una abrumadora mayoría de varones cisgénero, desestimados en las estadísticas del ministerio de Igualdad y expulsados del mercado del que hablamos por razones obvias de edad, y sin embargo ciudadanos con derecho a voto motivados por el propósito de entender qué está pasando.
Veremundo de Iratxe fue un abad benedictino de principios del segundo milenio cuyo gentilicio denota que es paisano de los contertulios y gobernó el monasterio en el que algunos de estos vejetes serían, mil años más tarde, novicios scholarum piarum durante la edad media franquista. La consigna abacial se atribuye a un hermano lego de la orden –corto en luces, puntualiza otro contertulio-, que afirmaba de ese modo a voz en grito la autoridad perenne del calendario cristiano, fuera este juliano o gregoriano. Por lo demás, no está documentado que el santo abad supiera que existían las mujeres más allá de sus pesadillas. Ahora mismo debe estar en la nube, asombrado e iracundo al ver que su sitial en el retablo del tiempo está ocupado por doña Irene Montero, doña Carmen Calvo, doña Pilar Llop, o la también paisana del abad en la remota provincia subpirenaica, doña Ione Belarra.
Un contertulio propone convocar una manifestación reivindicativa con la antedicha consigna veremundista estampada en la pancarta de cabecera para añadir variedad y confusión a las celebraciones del ochoeme, ya bastante confusas en este momento. Hasta donde han podido saber los vejetes, este año se manifestarán feministas radicales y feministas queer, feministas que quieren abolir la prostitución y otras que no tan deprisa, feministas por la igualdad y feministas por la diferencia, feministas genéricas y feministas identitarias, feministas que creen en el valor correctivo del código penal y feministas a quienes se les da una higa la duración de las condenas a los violadores. Feministas, en resumen, que no pueden verse unas a otras. Incluso la derecha aspira a hacerse un hueco en este caladero de votos, hasta ahora exclusivo de la izquierda, de la mano de doña Ayuso, que ha entrado en escena como el Joker en las viñetas de Batman. De momento, don Sánchez ha perdido ocho puntos en el afecto del público femenino.
Y todo eso lo ha conseguido el gobierno más feminista de la historia, capaz de enzarzarse consigo mismo en enconadas discusiones bizantinas sobre el sí es sí o la autodeterminación de género, mientras dejan que vuelva a la carpeta de pendientes la ley mordaza o la ley de vivienda. Podemitas y sociatas en el gobierno han decidido pasar los últimos meses de la legislatura a gorrazo limpio en el cuadrilátero feminista, mientras la secretaria de estado contra la violencia de género doña Rodríguez Pam da clases en abierto sobre higiene sexual placentera.
Este es el marco teórico y político de la celebración feminista de este año. Ni una palabra de solidaridad con la mujeres iraníes, ni con las migrantes que ven a sus hijos ahogarse en el mar cuando se hunde la patera en la que pretenden escapar de la miseria, ni sobre el machismo rampante que continúa dejando un rastro inacabable de mujeres asesinadas, ni una palabra tampoco del deporte femenino por el traslado del negocio del fútbol a países donde las mujeres han de ir por la calle embutidas en un saco. Incluso la ley de paridad en los consejos de administración de las empresas ha tenido que ser activada por un asunto ajeno a la igualdad de género, una especie de venganza gubernativa por la fuga de ferrovial a los Países Bajos. ¿Qué haremos cuándo doña Patricia Botín decida seguir los pasos de don Del Pino Calvo-Sotelo, dios no lo quiera? No creemos que san Veremundo tenga mucho que decir en esta situación pero, vamos, visto el barullo, tampoco estorba.