Una de las preguntas sin respuesta que nos dejó la Revolución Francesa alude a qué sentía el buen pueblo francés, los sans-culottes parisinos, cuando contemplaban las cabezas del rey y la reina, de los aristócratas y  después también de los jefes revolucionarios empaladas en picas. Tras la euforia caricaturesca de les tricoteuses, la plebe expectante sentía, ¿rabia, ira, satisfacción, justificación, pena, compasión, melancolía? ¿Enviaban esas cabezas algún mensaje? La incógnita se repite. Ahí tenemos la cabeza parlante de don Carlos Mazón, bailando como en una fiesta de pueblo de pica en pica en los comentarios de los tertulianos de la tele y en los columnistas de prensa. ¿Qué reclamaban los ciento y pico mil valencianos y valencianas que se manifestaron contra el presidente regional? Lo que quiera que fuese, no lo han conseguido.

El progreso moral y político en el que creemos los progres ha cancelado la guillotina y los enemigos del pueblo de antaño son hogaño llamados personajes tóxicos. Así se referían esta mañana a don Carlos Mazón los tertulianos de Ferreras. El cambio de lenguaje significa también una mutación en la responsabilidad: El enemigo del pueblo estaba destinado a la cuchilla y el personaje tóxico nos obliga a todos a tomarnos un ibuprofeno. Nadie conoce mejor su toxicidad que el tipo que la porta como demostró don Mazón en su discurso en el parlamento regional en el que no dudó en poner en marcha el ventilador, como si no hubiera suficiente fango en las calles bajo la responsabilidad del gobierno que preside. Una opinión condescendiente de alguien que no ha visto sucumbir su vida y su hacienda bajo las aguas de la rambla del Poyo podría decir que don Mazón es un idiota irresponsable. ¿Pero no lo era también María Antonieta de Habsburgo, que tan triste destino tuvo? Y otra pregunta derivada de la anterior: ¿nos obliga la democracia a vivir bajo el mando de idiotas?, ¿son sinónimos democracia y estupidez? Cuidado, son preguntas inquietantes para las que ya hay quien está buscando respuesta, que no pasa por resolver la estupidez.

En esta sociedad del reciclaje y de la industria del desecho, la toxicidad es una oportunidad de negocio y el idiotismo cazurro de don Carlos Mazón y sus consecuencias de más de doscientas víctimas mortales y una inabarcable destrucción material ya han encontrado utilidad en la recomposición de la derecha europea, que necesita los votos de sus ahijados neofascistas y han llevado la responsabilidad por los efectos de la dana a la composición del gobierno de la unioneuropea. El tóxico don Mazón por la embarrada doña Ribera. Un intercambio de rehenes en la cúpula de Europa en el que está implicado el mismísimo capitán general de los conservadores europeos, herr Manfred Weber, agitadamente estimulado por nuestro zascandil nacional, don Feijóo.

La de vueltas que da el mundo. Imagínense el circuito: 1) el popular don Mazón pacta con los neofascistas voxianos para formar gobierno en Valencia tras las elecciones locales; 2) don Mazón liquida el departamento de emergencias medioambientales porque su socio lo considera un chiringuito; 3) don Mazón rompe con los voxianos pero no repone el ente de emergencias; 4) zuuumba, la dana y don Mazón a sus asuntos en el reservado de un restaurante, que es donde ocurren las cosas verdaderamente interesantes, y 5) doscientos muertos después, don Mazón sigue en pie, una ministra socialista es vilipendiada, el gobierno de la unioneuropea cruje, los neofascistas entran en él, y don Mazón se prepara para pactar de nuevo con los voxianos en cuanto se limpie un poco el barro de las calles, o incluso aunque no se limpie.