Esta exposición es el destilado de un modesto cursillo de lectura dedicado a indagar el tratamiento novelesco de los temores y amenazas, ya sean reales o imaginarios, que sobrevuelan la sociedad occidental de este principio del siglo XXI, ficciones que conocemos como distopías.
Confesiones de un asesino de libros
La tradición humanista condena la destrucción de libros. Esta condena está largamente ilustrada en imágenes de frailes fanáticos y nazis enloquecidos alrededor de una hoguera en la que sobrevuelan las pavesas del saber humano. Es, pues, un condena sumaria, absoluta, pero créanme, valdría la pena revisar las razones del libricida porque admiten muchos matices.
Los caminos de la imagen
Los mejores fotógrafos crean imágenes extrañamente profundas en las que el tiempo tiene una dimensión abisal. Koldo Chamorro pertenece a este rango. En días pasados, el Museo de Navarra ha rendido homenaje a su obra con la exposición antológica de uno de sus proyectos más conocidos: ‘El Santo Christo Ibérico’.
Beckettiana
En un cierto momento crepuscular encuentras el punto donde el tiempo no es lineal ni circular sino una especie de eterno retorno, y en ese momento te ves en compañía de la pandilla, Vladimir y Estragón, Pozzo y Lucky, a los que encontraste gozosa y sorprendentemente hace cincuenta años.
Un paseante en guerra
Peter Handke, uno de los escritores más conocidos y aclamados de Europa, tomó partido por Serbia y por su presidente Slobodan Milosevic, considerado un criminal de guerra y genocida por la comunidad internacional, lo que dio lugar a una polémica pública y mediática en la que el escritor fue abrumadoramente reprobado. Veinte años después, la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura “por su trabajo influyente en el que el genio lingüístico ha explorado la periferia y especificidad de la experiencia humana”. Y la polémica ha reverdecido.
Del paraíso al infierno
Una mujer muerta, asesinada, a la orilla de un camino rural al comienzo de la primavera. El cuerpo está boca abajo, el rostro hundido en el barro del deshielo; la sangre y la tierra forman plastones en la melena rubia. Viste vaqueros y una chaqueta de nylon acolchada, roja, con una rasgadura en la espalda. A la derecha del camino, el frente sombrío de un bosque de hoja perenne; a la izquierda, un edificio de dos plantas y aspecto hermético, de paredes pintadas de color bermellón, quizá un almacén de grano o de aperos de labranza.