Mascarilla en la calle, vacunas a mansalva, a cuidarse y que dios reparta suerte. Es la felicitación navideña de don Sánchez, que ha comprendido que, a estas alturas, la mejor respuesta a la pandemia es dejarla a su bola. Ya amainará.
Que le quiten el tapón
El ‘negacionismo’ se ha convertido en un motor ideológico potentísimo, el viento en las velas de la pujante extrema derecha, que, entre otros éxitos políticos, ayudó a ganar las elecciones a doña Ayuso en Madrid. Y de nada vale predicar que los negacionistas son una peligrosa horda de imbéciles malintencionados. El ‘negacionismo’ se tiñe de ‘libertarismo’ y deja de ser una pose incivil para convertirse en, cómo decirlo, un proyecto político.
Alarmas y excepciones
Los honorables jueces del tribunal constitucional han debido encajarse el birrete hasta las cejas para pronunciar la sentencia que declara inconstitucional el estado de alarma decretado por el gobierno en marzo pasado para combatir la covid19 y, como se decía entonces, aplanar la curva que se llevaba al otro barrio decenas de personas cada día.
El botellón de la victoria
Ojo, pues, con la desescalada (¡vaya palabro!) que con suerte será la última, no por sus efectos en la amenaza de la pandemia sino por todo lo contrario. Ya no habrá riesgo y los supervivientes mirarán atrás y pensarán, no ha sido para tanto, y de ahí a sospechar que el gobierno ha utilizado la pandemia para amargarnos la vida hay un paso imperceptible.
Al otro lado del río
El ñu ha trepado con ansiedad por el ribazo de la otra orilla del río Mara y desde lo alto del alcor echa un vistazo al innumerable rebaño que viene detrás con el agua al cuello y los cocodrilos alrededor.