El papel higiénico se ha convertido en el misterio central de esta anómala situación, a pesar de que las autoridades sanitarias no mencionan su necesidad y apenas aluden a que los desarreglos gastrointestinales son efectos muy improbables en los afectados y el virus tampoco se contagia por esa vía. ¿Qué nos ocultan?
En la jaula
El espectador se levanta del sofá, tiene que hacer ejercicio, y da tres pasos hasta la ventana. Es una mañana de primavera temprana, aire fresco y sol dubitativo. La calle vacía y silenciosa es el aterciopelado escenario de un compromiso cívico unánime en el que la fuerza de coerción es el miedo a la peste. Tras las ventanas, millones de primates esperan el fin, cualquiera que sea.
Charleta sobre el régimen
Nunca como en este estado de retreta resulta más evidente el carácter ornamental de nuestra jefatura del estado. El rey eludió la única cuestión en la que su opinión es relevante porque no venía al caso, y si hubiera sido así, tampoco la hubiera mencionado porque es el tipo de cuestión que nunca viene al caso en nuestro debate público.
Los últimos días de Pompeya
La peste alimenta el miedo y el miedo alimenta a la extrema derecha. Las medidas profilácticas adoptadas por el gobierno tienen un inevitable sesgo centralizador y autoritario, así que resultan gratas a las querencias íntimas de una parte de la población que ya de antes de la peste se sentía desprotegida, y si no van acompañadas de beneficios tangibles, al final se inclinarán en las urnas hacia el neofascismo.
La política
La corriente de los hechos nos lleva al repliegue, vale decir, al centralismo y al autoritarismo, que por ahora están asumidos con la libertad que concede la amenaza de la peste. El gobierno central asume poderes excepcionales, el ejército sale a la calle, el parlamento se cierra, las elecciones se posponen. Todo eso es política.