La covid19 ha irrumpido en este paraíso y ha cuestionado el contrato social que, como dicen los cursis, nos habíamos dado. El virus ha desvelado que la sociedad sí existe, y que todos tenemos en común el virus como rasgo fraterno, al que solo podemos responder mediante disciplina social, sistema sanitario fuerte y ciencia, es decir, más estado.
Y la navidad ¿qué?
Bien, para ser justos reconozcamos que la navidad y los puentes vacacionales representan, a su modo ratonero y rutinario, la satisfacción de dos anhelos básicos del ser humano: la necesidad de tener un origen y un horizonte, de atarse a una tradición y de inventar mundos nuevos. La experiencia del recluso consiste en ver achatados ambos polos de la herencia a la que cree tener derecho.
Contagio de rebaño
Las taifas claman al gobierno central para que declare el estado de alarma sin que se oiga la protesta de los libertarios chiflados y conspiranoicos, que sin duda acusan la derrota de los voxianos en el parlamento. Entre el virus y la libertad de ir de copas que predicaron los manifestantes de Nuñez de Balboa va ganando por goleada el virus.
El cirujano de hierro
Los programas de entretenimiento de la tele son también granjas de crianza ideológica que gestiona el productor/presentador del talk show, el cual trae a su vera a amiguetes de confianza, no muchos ni muy variados, para que luzcan en pantalla y le bailen el agua. Así que, como el público sabe, hay entretenimiento de derechas y de izquierdas.
Torturas gramaticales
Los viejos estamos de salida, sea o no empujados por el covid19, pero vale la pena preguntarse qué experiencia cívica y política extraerán los jóvenes de este trance. Las consecuencias de la pandemia son por ahora imprevisibles pero ciertamente les va a tocar a ellos encararlas y administrar la sociedad resultante. Señalar esta obviedad no significa criminalizar a la juventud, como se han apresurado a denunciar las cluecas y los cluecos de guardia en esta sobreprotectora sociedad.