Ayer fue un día feliz, señalado por tres acontecimientos que, cada uno en su órbita, alivian la enrarecida atmósfera política en la que estamos envueltos y diríase que nos sacan de la fascinación por el abismo que parece dominar a las élites políticas.
El reino de los jueces
Entretanto, el sistema judicial se pudre como el pescado, por la cabeza; por cierto, con la pasiva aquiescencia de los propios jueces.
¡Mamáaa, estoy en la cima del mundo!
¿Para qué sirve el tribunal constitucional? He aquí una pregunta interesante. Por ahora, es la tercera cámara legislativa sin apelación posible y hoy ha estado en un tris de irrumpir en el funcionamiento democrático del parlamento.
Halloween, cuarenta años después
Leer másEl juez se levanta de la poltrona
Ellos no gobiernan el poder judicial y los demás poderes no les gobiernan a ellos. ¿Se puede pedir una prueba más contundente de independencia?