En estos momentos, la principal incógnita que nos tiene en suspenso es en qué punto del planeta estallará la tercera guerra mundial. Desde una perspectiva convencional, diríamos que Oriente Medio presenta una buena candidatura pero en el mundo hispánico tenemos otro candidato prometedor: Venezuela. Aquí ya estamos calentando en el banquillo. Maduro o Guaidó, el principal problema de España.
El partido de los viejos
La orquesta mediática está dedicada hoy, inevitablemente, a afinar la melodía que arrojaron ayer las urnas. Bagatelas. El escribidor, que cumplió setenta el día víspera de las elecciones y dedicó la jornada a reflexiones más melancólicas que las que prometían los comicios, tiene una hipótesis que quizá valiera la pena que se contrastase, a saber: las elecciones las han ganado los partidos de los viejos.
Nostalgia
La otra forma de nostalgia se remonta a un pasado más reciente, mira al paraíso perdido en la crisis de hace una década, y es aseada, parsimoniosa y autosatisfecha hasta la náusea. Los adictos a esta nostalgia celebraron una misa patrocinada por consorcios e instituciones del dinero y concelebrada por don González y don Rajoy. Fue, ya se entiende, una especie de combate de sumo japonés trucado y con traje y corbata.
Como en un espejo
Así que bien puede decirse que la feliz pareja formada por don Pedro y don Pablo se conoció en un accidente de tráfico en el que ocupaban los vehículos que colisionaron de frente mientras las dos familias hacían turismo en las venerables ruinas del felipismo.
El jardín de las delicias
Cada uno de ellos odia al otro con una intensidad fraternal que no tiene parangón respecto a otras fuerzas del mapa político, hasta el punto de que el primero no ha dudado en exhibir su desdén por el segundo y a este le ha faltado tiempo para airear las miserias del primero. ¿Esperan que alguien olvide y les perdone el espectáculo? Lo cierto es que ni la utopía de fibra óptica de don Pedro ni el voluntarismo leninista de don Pablo tienen votos suficientes, ni juntos ni por separado, para formar un gobierno estable.